En pequeños espacios robados de mi trabajo, opté por investigar sobre Mía y su pasado. No dudaba de la credibilidad de Wells, me sentía conforme. Una vez logré calmarme, hallé detalles contradictorios entre Wells y lo que Mía recordaba.
Y, a no ser que Mía mintiera (algo que dudaba) algo no encajaba. Ella no recordaba mucho de su niñez, pero creció con niñeras y ellas solían contarle su pasado. Gracias a ellas, se enteró de que su madre murió durante el parto, que fue ese el motivo por el cual su padre no quería verla, entre otras cosas.
La casa que poco a poco se fue desocupando, las escuelas a las que asistió y de las cuales pude corroborar su veracidad. Mia Elizabeth Dekker Nowak, fue registrada en un jardín infantil cuando solo contaba con 22 meses de edad, a los cinco en una escuela de señoritas y a los 12 cursó la preparatoria en Trinity School, un centro nada cómodo y muy cotizado.
—Puede dejarlo y pasar por él —habla el hombre a mi lado sacándome de mi letargo —te llamaré cuando su jornada acabe.
Bruna y los psicólogos eran los únicos datos que poseía, por allí inicié. El primer psicólogo no pude hallarlo, la dirección y el nombre proporcionado por ella no existía. Tampoco el nombre aparecía dentro de los psicólogos del país y eso fue mi primer traspié. No me desanimé, todo lo contrario, eso me daba la certeza que detrás de la vida de Mía había algo más sucio.
Bruna fue mi segunda opción, había encontrado la manera de hallar datos. Llevar a Aquila, la nueva mascota de Emma Frederick, me permitió hablar con varios entrenadores. El dueño del centro era un antiguo colaborador del dueño de la multinacional, un hombre muy amable y buen conversador.
—En un rato —respondo distraído viendo a Aquila bastante distraído juguetear con una soga —¿Seguro hay potencial?
—Lo verás cuando cumpla un año —sonríe al decirlo y niego.
La familia del esposo de Isabella Frederick, hermana mayor de Emma, le habían obsequiado a la mujer un cachorro de sus famosos. El animal, un Cane corso, negro, cachorro, más holgazán que temerario y nada peligroso; no obstante, en algún lado lo sería y la nueva dueña quiso adiestrarlo. Siendo yo la persona a cargo de llevarlo a esos entrenamientos.
—Es un buen empecinen —comenta el dueño de la escuela señalando a Aquila.
—Es poderoso, no lo niego —acepto —aunque en estos momentos sea una máquina de hacer excremento.
La risa del hombre a mi lado es contagiosa, incluso el golpe que recibo en mis hombros se lo permito. Al ver su rostro rojo y pequeños reflejos de Jarek en esa risa tan fuerte.
—Es un excelente semental, en ningún criadero verás algo tan puro como ese chico revoltoso.
Lo sé, pero ello no quita que sea un holgazán y tenga más interés en cazar ratones que en vigilar a su dueña o ser temido.
— ¿De dónde dicen que viene?
—Escocia —respondo —hace parte de la camada que custodia el castillo Doyle.
El sujeto sonríe llevándose una mano en la barbilla y murmurando algo que no alcanzo a comprender. Es posible que sea algún tipo de comentario burlón sobre esa familia y la historia que proviene de ángeles.
—¿Tienen un sello en particular las escuelas caninas? —mi pregunta le obliga a dejar de ver a Aquila jugar.
—¿Sello? —repite confundido y afirmo.
—Algo que lo distinga de las otras. —aclaro y afirma al entender.
—Hablas de marca personal —lo piensa un poco antes de hablar — cada entrenador tiene su forma de trabajar con ellos —señala a Alquila —¿Por qué el interés?
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Estanislav (Saga Angeles y Demonios #3)
Misterio / SuspensoLibro 3 Saga Ángeles o Demonios El regreso a las calles le trae a Estanislav recuerdos dolorosos de su niñez. Conocerla a ella le obliga a exorcizar parte de aquel pasado que creyó olvidado. Mía, como decía llamarse, le exige no solo paciencia (con...