Capítulo 13

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Mía

Desde hace un tiempo atrás hubo grandes cambios, Stan duerme en casa, aunque sus llegadas son tardes. Ya no usa los vaqueros, remeras y americanas, ese atuendo lo cambió por, traje de tres piezas y de diseñador. La motocicleta la archivó en el garaje y anda en auto de lujo.

Su nueva rutina me hizo cambiar la mía. Ya no esperaba que él se fuera para salir de la cama. Bajaba antes que él lo hiciera, le hacía de comer y en algunas oportunidades compañía.

—¿No vas a comer? —le pregunto aquella mañana al verle calzar el saco sin acercarse o ver la comida servida y todo mi esfuerzo hacerse polvo.

—No tengo tiempo. —no hay en él rastros de pesar y se ve alegre cuando sigue. —tengo una cita que no puedo aplazar. No es necesario que me esperes despierta.

No podía disimular mi descontento, me desperté más temprano, solo para hacerle lo que le gustaba. Doy media vuelta y me dedicó a fregar los trastes. No deseo que se dé cuenta, cuanto me afecta.

—Nikolái, pasará por ti a eso de las diez.

—Bien.

—No preguntarás nada.

—Le haré las preguntas a él. —respondo sin verle.

No hace comentarios alguno y lo siguiente que escucho es la puerta ser azotada. Inspiro y suelto el aire lento, apretando las manos con fuerza. No debería ser sorpresa su poca educación o falta de empatía. Sin embargo, cada día me resulta más dolorosa y no entiendo los motivos.

Ya no se muestra molesto, no me riñe o amonesta y siempre está de buen humor. Desconozco lo que le tiene tan ocupado y que ocupa todo el día, solo que es algo que le gusta.

—Mía —el llamado de Nikolái es desde el jardín en un grito que debió alertar a todo el vecindario—Mía Dekker —insiste y sonrió —vengo a secuestrarte, no importa como estés.

Permanezco de espaldas hasta que lo escucho entrar, siento una silla rodarse y al girar sonrío. Nikolái conserva un apetito feroz, su estómago no tiene un límite y sin importar que tanto coma, siempre quiere más.

—Es un imbécil —niega —esto está más delicioso que lo que sea va a comer.

—¿A dónde iremos? —pregunto rápido, evitando con eso no saber más.

—A casa de Noah —me hace un guiño tomando un trozo de tostada y dándole una mordida —serás mi asistente.

—No sé si sea buena idea…

—Están de vacaciones —me calma —solo esta Josephine y sus hijos —alza sus hombros —te caerá bien. —sonríe cerrando los ojos mientras mastica —ella al igual que tu cocina, exquisito. Si fuera veinte años menos, me casaría con ella.

—¿Por qué cocina delicioso? Eres bastante fácil de complacer —me sonríe y me rueda una silla a su lado.

—Si hay comida, como esta, me tiene a sus pies. —no puedo soportar su rostro de disfrute por cada mordida y acabo riendo junto con él —así está mejor —acaricia mi mejilla y limpia una lágrima con su dedo pulgar —no vale la pena derramar lágrimas por esa bestia.

El viaje a casa de su amigo fue con música de fondo y con un Nikolái haciendo movimientos tras el volante. Amé aquel gesto de hacerme reír, debía admitir que no lo hacía mal y se veía cierta pericia.

—¿No sabes bailar? —niego y afirma disminuyendo la velocidad al llegar a unas enormes rejas negras —ya tienes un profesor.

—¿Eres experto? —aprieta los labios en un gesto de superioridad mientras afirma.

Estanislav (Saga Angeles y Demonios #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora