Narrador
El ruido de la puerta abrirse le hace alzar el rostro y observa a los dos hombres en trajes grises que ingresan. El manos libres en su oreja, gafas oscuras y el inconfundible tatuaje hacen que todo se quede en silencio. La música, limpieza de las mesas, bar y las risas cesan.
—Libre — habla uno de los recién llegados y esa voz les da entrada a tres hombres más.
Dos de frente, uno en el medio y dos detrás. Anoushka fija sus ojos en el hombre que va en el centro, no es un sitio que suelan visitar ese tipo de personajes.
—¿La señora Anoushka Borch? —pregunta el hombre el que va en el medio de todos —Mi nombre es Sergio Wells y vengo en representación del señor Estanislav Borch Romer.
Las noticias de la disolución de los cincuenta habían corrido como pólvora y con ello nació en Anoushka la esperanza de volver con él. Estanislav Borch Romer, volvería a Moscú y lucharía por ella contra Claude, le haría saber que era su esposa.
Ella se haría la difícil, por haberse olvidado de ella en estos quince años. Desde que supo del ataque sufrido y las bajas, vio cerca el día de su reencuentro. Mantuvo la certeza, Stan retornaría, pidiendo perdón, rogando le diera otra oportunidad ¿A qué otro lado iría sino a sus brazos? Era un hombre conflictivo y lleno de odio al que solo ella comprendía.
La confianza aumentó al verlo en el club, no creyó ni media palabra de la conversación que tuvo. La intervención de su hermano adoptivo fue muy apropiada, estaba segura, era parte de sus trucos. Los conocía a ellos y a sus juegos infantiles.
Stan jamás le buscaría reemplazo, y si de algo estaba segura era del amor que le profesaba. Se conocieron desde que ella contaba con diecisiete años en las calles y desde el primer día les fue imposible separarse. Apoyó cada paso que dio y le brindó consuelo. Hasta que ella pasó a prestar el servicio y no lo vio durante tres años.
Su reencuentro solo les demostró que estaban hechos el uno para el otro y se casaron. Stan la culpaba de infidelidad, lo cierto es que él tuvo sus fallas al no poder brindarle seguridad o compañía. Las veces que le exigió quedarse en Moscú y pelear por un puesto mejor, se negó. Según él no había otro lugar mejor que siendo el lame suelas de Hermes.
En este instante en que los cinco hombres preguntan por ella en el club. Ella nunca creyó que Stan tuviera tanto poder dentro. No lo parecía, pero ese abogado en particular era uno de más poderosos y conocidos por trabajar con Ivannov. Su labor en el fuerte era respetada y una larga lista de éxitos le precedía.
—¿Anoushka Borch? —preguntan por segunda vez.
Los abogados del fuerte son reconocidos y no por su vestimenta, que suele ser elegante, o por el lujo que los rodea. Si no por llevar con ellos cuatro escoltas, dos que le abren paso y dos detrás que se aseguran, todos mantengan distancia. Son seres intocables y gozan de cierto privilegio dentro.
Sobre todo, este que tiene en frente, sus honorarios suelen ser altos.
—Soy yo —dice dando un paso al frente, y sus compañeras varios en sentido contrario.
En cuestión de segundos y sin darse cuenta ha quedado sola en mitad del salón. El abogado avanza hacia una mesa dejando en la superficie un maletín negro y de su interior saca varios papeles.
—Firme encima de su nombre, al final de cada hoja —retira de su solapa una pluma dorada que le muestra desde lejos. —me pagan por horas, señora. —insiste al ver que no se mueve. —supongo que al señor Borch no le importara que mis honorarios suban un poco, siempre y cuando cumpla mi cometido.
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Estanislav (Saga Angeles y Demonios #3)
Misterio / SuspensoLibro 3 Saga Ángeles o Demonios El regreso a las calles le trae a Estanislav recuerdos dolorosos de su niñez. Conocerla a ella le obliga a exorcizar parte de aquel pasado que creyó olvidado. Mía, como decía llamarse, le exige no solo paciencia (con...