Mia se encontraba en cuidados intensivos, las probabilidades de que superara la crisis eran de diez, dos. Quería creer que era mejor dos que cero, nadie hablaba de desconectarla. Mientras ella estuviera respirando, mi sueño de verla despertar y sonreír no morirían.
Noah, Nikolái, Akim, Vryzas, su esposa y hasta el pequeño Anker se turnaban para hacerme compañía, insistí en que no era necesario, pero nada parecía hacerles entender. En este instante me acompañan, Noah y Nikolái. Akim está finiquitando lo del juicio, Vryzas y su familia se fueron hace un par de minutos.
—Iremos por un café
—¿Deseas que algo?
Con los brazos en mis piernas y la cabeza cubriendo mis manos, niego a ambos. Odio los hospitales, estar en ellos me obliga a recordar la época en que pensé podría ser un niño común. Dos cuerpos se sientan a lado y lado, sin abrir los ojos, sé quiénes son, también lo que dirán.
—¿Te sientes valiente para saber la verdad?
—Dudo que esto pueda empeorar. —confieso y Carlo apoya su mano en mi pierna —es demasiado joven y toda una vida por delante.
—No llames la mala suerte —me reprende Vladímir —ella está viva, es en todo lo que debes creer.
Alzo mi cuerpo apoyándome en la silla esperando que empiecen con su relato. Lo más importante ya lo sé. Están muertos y su hermano no será un problema, tiene suficiente con apaciguar la furia del viejo Ivannov.
—Empezaré por lo delicado —inicia Carlos —irá disminuyendo en peligro y daño.
—Los escucho.
—Fue adoptada por el parecido con Miabella, la niña que el hombre perdió. —Carlo suspira y cruza sus piernas en actitud relajada.
Me gustaría tener la mitad de su tranquilidad, que la historia que estoy por escuchar sea de una mujer equis, sin importancia. No de la mujer que amo y estoy a punto de perder.
—Una vez legalizan la adopción, descubre que en persona no se parece tanto. Eso y el comportamiento de la niña le hizo dejarla en manos de niñeras. —guarda silencio un instante, eso me obliga a verlo. —Lo que de alguna manera la alejó de algo peor, si es que eso es posible.
—¿Hay fotos de ella desnuda en la web?—afirma y suspiro —lo imaginé.
—Hay miles de maneras de dañar a un niño. Tú y yo lo sabemos, si no por experiencia, por nuestro trabajo.
Los recuerdos que ella tiene de su niñez estaban mezclados, con los de su verdadero padre y los vividos con Dekker. El conejo que recordaba en sueños era el hombre que tomaba las fotos, usaba una máscara de conejo para no ser reconocido.
—Algún toque ilegal existió, que ella le tomó terror —Carlos y Vladímir afirmar, yo aprieto una mano impotente. —Ella recordó que solía buscar a su padre a media noche. ¡Un maldito pedófilo!
—A sus ojos era su padre Stan. —Me recuerda Vladimir —¿A quien más recurriría?
La dejó en manos de empleados y se sumergió en la bebida, juegos y diversos vicios. Mismos que pagaban sus socios y que él daba como aval sus posesiones, que fue perdiendo poco a poco.
Las veces que iba a psicólogo, lo hacían para verificar que la niña no recordara su pasado, se aseguraron de mantenerla dopada y lejos de sus recuerdos. Uno que de alguna manera su pequeño cerebro bloqueó, pero que dejó secuelas.
No por mucho tiempo.
La adolescencia le trajo pequeños extractos de ellos y ocurrió el primer intento de suicidio. Su mente le decía que había algo malo en ella, los psicólogos buscados por Dekker, no lograron anularlos del todo.
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Estanislav (Saga Angeles y Demonios #3)
Misterio / SuspensoLibro 3 Saga Ángeles o Demonios El regreso a las calles le trae a Estanislav recuerdos dolorosos de su niñez. Conocerla a ella le obliga a exorcizar parte de aquel pasado que creyó olvidado. Mía, como decía llamarse, le exige no solo paciencia (con...