Esa noche vosotros salvasteis mi vida, no sé cómo agradeceros eso. Ran, Rindou, gracias por aparecer esa trágica noche.
📍FICCION📍
No acepto copias o adaptaciones. Este es mi trabajo y mi esfuerzo. Quién no cumpla con lo anterior será denunciado.
A...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Caminaba por las calles de Roppongi, acababa de salir del trabajo. Era una noche tranquila, demasiado para mí gusto. Escuchaba música por mis cascos. Tenía que comprar unas cosas para mi casa, la cual estaba un poco lejos y tenía que ir caminando. Entre en la tienda y compré varios productos tanto alimenticios como de limpieza. Al salir de la tienda, sentí como si alguien me estuviera siguiendo por lo que discretamente gire mi cabeza y eran cuatro hombres con sus ojos en mi culo. Caminé más rápido a lo que ellos también aceleraron el paso.
Mierda.
Sentí una mano en mi cintura seguida de otra en mi brazo, me dieron la vuelta y me metieron en un callejón. Un hombre me sujetaba mientras los otros me manoseaban y me quitaban la ropa, las lágrimas salían, intentaba salir de esta tortura, pero no me dejaban. Cerré los ojos esperando lo peor. Tocaban mis pechos, al igual que mis caderas, abdomen y piernas. Escuché un golpe seguido de otro y otro, y el agarre del hombre desapareció, abrí los ojos algo aturdida y tenía delante a dos chicos los cuales tenían algo de sangre encima. Uno de ellos era más alto que el otro, tenía unas trenzas. El otro tenía gafas y el pelo suelto.
— ¿Estás bien? —me preguntó el de trenzas.
Me limité a asentir. Me levanté pero caí de rodillas. El de gafas se acercó y me levantó con cuidado. Me pesaban los ojos, estaba mareada y con ganas de llorar.
— Ran, ayúdame a vestirla.
Ran asintió. Se acerco a mí y con cuidado me subió la falda e intentó ponerme la camisa, pero estaba completamente rota, se quitó su chaqueta y me la puso.
— Con esto no tendrás tanto frío. Rin, vendrá con nosotros.
El otro chico asintió y me ayudó a levantarme.
— ¿Dónde vamos? —pregunté.
— A nuestra casa, ahí estarás a salvo.
No quería ir con ningún desconocido y menos a su casa, pero la mía queda demasiado lejos como para ir a estas horas y en mis condiciones. Suspiré. Ran me subió en su espalda y comenzó a caminar conmigo en sus brazos, Rin iba tras él.
— ¿Cómo te llamas? —me preguntó Rin.
— Sugawara Riley.
— Encantado, yo soy Rindou Haitani y él es Ran Haitani.
— Gracias por salvarme.
— No es nada, ¿qué hacías a estas horas por la calle? —preguntó Ran.
— Salí del trabajo y tenía que comprar unas cosas —expliqué—. ¿Qué edad tenéis?
— Yo tengo diecisiete y Rin tiene dieciséis, ¿tú cuantos tienes?
