Esa noche vosotros salvasteis mi vida, no sé cómo agradeceros eso. Ran, Rindou, gracias por aparecer esa trágica noche.
📍FICCION📍
No acepto copias o adaptaciones. Este es mi trabajo y mi esfuerzo. Quién no cumpla con lo anterior será denunciado.
A...
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Narra Riley:
Hace unos años pasaron cosas que me gustaría olvidar. Pero también pasaron otras que actualmente no podría vivir sin ellas.
Los Haitani me acogieron en su casa, y ahora vivo como si fuera mía.
Tengo 19 años, al igual que Ran. Rindou, por otro lado tiene 17 años, dentro de poco cumple los 18.
Actualmente estamos en el 3 de Julio de 2005.
Desde que les pedí permiso a los Haitani respecto a luchar, ellos aceptaron. Todos me conocen como la Reina de Roppongi, el nombre a sido inventado por Ran, pero no me disgusta en lo más mínimo.
Ran, Rindou y yo peleamos juntos, aunque ellos son muy buenos en su trabajo, yo había mejorado bastante o eso decían ellos. Entrenaba con ellos todos los días, sus técnicas eran increíbles, aunque Ran normalmente golpeé a sus oponentes con un barra de metal. No obstante, Rindou rompe sus huesos y luego los vuelve a colocar para después romperlos del todo. Ambos sonríen de forma satisfactoria tras acabar con sus oponentes.
Estoy realmente fascinada con ellos.
— ¿Qué estás pensando? —dijo Ran para tirarme un papel en la cara.
— En nada realmente.
— ¿Segura? —me preguntó ahora Rindou, quien se acababa de tomar su café dejándolo en la mesa.
— Sí. Solo recordaba el día en que nos conocimos.
— Sí, fue hace dos años —sonrió Rindou a lo que dijo Ran.
— El tiempo pasa rápido —comenté, haciendo que ambos asintieran con una sonrisa nostálgica.
Después de eso, salimos a dar un paseo. Fuimos a un parque y nos sentamos. El clima era caluroso, por lo que todos teníamos ropa corta. Yo llevaba un top y unos pantalones anchos y cortos, algo muy cómodo e informal.
— Mañana tenemos que ir a limpiar Roppongi, ¿te apuntas mi reina? —preguntó Ran con su típica sonrisa juguetona.
— Sabes que si, Ran Haitani.
— Me encanta cuando dices mi nombre, es tan sensual —declaró en un comentario osado.
Solté una leve risa y miré a Rindou, su mirada estaba perdida, en el suelo y casi sin pestañear. Agarré su mano y este movimiento hizo que me mirará un poco sonrojado.
— ¿Estás bien? — le pregunté algo preocupada.
— Sí, no te preocupes, solo pensaba.
Asentí no muy convencida, últimamente ellos estaban raros conmigo, se ponían nerviosos enseguida y se les escapaban un montón de halagos y coqueteos, y esas confesiones si se les puede llamar de alguna forma, hacen que me sintiera eufórica.
