𝕰𝖓 𝕽𝖔𝖕𝖕𝖔𝖓𝖌𝖎 ~𝙃𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙤𝙨 𝙃𝙖𝙞𝙩𝙖𝙣𝙞 𝙭 𝙊𝘾~

Capítulo 18

𝙿𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛𝚊 𝚟𝚎𝚣

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La vida es siempre un misterio, nunca sabes lo que pasará. Lo más curioso es que tampoco sabrás cuando se acabará. Por eso hay que vivir cada momento como si fuese el ultimo.

Cuando hablé con Izana y Kakucho me sentí como en casa, me sentí cómoda y tranquila. Ellos habían confiado en mi, sobre todo Izana ya que me había mostrado algo muy personal para él y lo apreciaba. Al igual que yo le mostré una parte de mi que solo la sabían los Haitani.

Mañana volvería a acompañar a Izana al cementerio, ya que me quiere hablar de algo sobre Tenjiku. Por lo que no me pude negar, ya que soy parte de ello. Aunque podría haber llamado a los hermanos, pero eso no importa ahora. Ya veré mañana.

— ¡Riley! —me llamó Rindou.

— Dime.

— ¿Estás bien? —me preguntó.

— Sí, solo estaba pensando en unas cosas sobre mañana.

— ¿Qué pasa mañana? —preguntó ahora el Ran.

— Voy a ir con Izana al cementerio —respondí—. Quiere hablar de cosas sobre la pandilla.

— ¿Y porqué no lo habla con nosotros?

— No lo sé, Ran —suspiré cansada.

Ambos se miraron entre ellos para después mirarme a mi. Alcé una ceja y sonreí de lado. Estaban celosos y de cierta forma eso me gusta.

— ¿Por qué sonríes? —preguntó Rindou frunciendo el ceño.

— Estáis celosos —les señalé con el dedo.

— ¿Algún problema? —comentó ahora el mayor mirándome fijamente.

— No —me encogí de hombros—. Pero bueno, me voy a duchar y luego adormir. Hasta mañana.

Me levanté del sofá y me quité la camiseta dejándome solo en ropa interior. Me di la vuelta y caminé hacia el baño con sus ojos puestos en mi. Volví a sonreír. Tendrían que saber que solo ellos me pueden ver así.

Mientras me estaba duchando, sentí como la puerta se abría. Ran me miraba de arriba a bajo mientras se mordía los labios embelesado. Alcé una ceja esperando algún tipo de justificación del porqué había entrado al baño.

— Riley —me miró—. No puedo aguantar más.

Miré su entre pierna y solté una carcajada, al parecer era verdad. Por un momento estuve por decirle que se fuera, pero luego pensé en lo que podríamos hacer aquí.

— Venga, ven —le dije sonriente.

Este no tardó en quitarse la ropa que tenía y meterse conmigo a la ducha. Me di la vuelta y le miré a los ojos, pero al parecer él solo me miraba las tetas. Subió la mirada hasta mis ojos y luego a mis labios. Sonreí y le besé.

Sus manos fueron a mi cintura y me puso contra la pared. Solté un quejido al sentir el frío de la pared en mi espalda. Mis manos viajaron a su cuello y lo atraje más a mi. Nos separamos y ambos estábamos sonrojado.

— ¿Quieres hacerlo? —preguntó acariciando mi mejilla con una de sus manos.

— Sí...

— ¿Segura? —volvió a preguntar.

— Segura.

Este sonrió para después agarrarme del culo y subirme a su cintura de un salto. Enredé mis piernas en su cintura y solté un gemido al sentir su miembro rozar mi entrada.

— Voy a meterlo —me avisó.

Entró de golpe haciendo que ambos soltásemos un gemido. Volvimos a juntar nuestros labios entre gemidos. Sus embestidas cada vez eran más fuertes y profundas. Mi mente estaba nublada, me sentía plena y satisfecha.

— Mierda, Ran —gemí echando mi cabeza hacia tras.

Este aprovechó y empezó a succionar mi cuello para luego ir a mis pechos. Veía su rostro lleno de lujuria y eso me ponía aún más. Mordí mis labios ante la sensación de querer correrme.

— Hazlo —me miró a los ojos—, córrete.

Y como si fuese una orden, me liberé. Solté un gemido bastante más alto que los anteriores y después apoyé mi cabeza en su hombro. Ran dio unas últimas estocadas y salió de mi para correrse. Ambos soltamos un suspiro y nos besamos con suavidad.

— Nos tendremos que duchar otra vez —comenté con gracia.

— No, cariño —me dijo dando un apretón en mi muslo—. Esto acaba de empezar.

Abrí los ojos sorprendida al ver como me sacaba del baño y me llevaba a su habitación. En esta estaba Rindou desnudo con el móvil. Al vernos llegar, sonrió en mi dirección dejando su teléfonoa un lado. Ran me dejó en la cama y se sentó en el sofá de su habitación.

— Ya era hora —se quejó el menor.

— Ya es toda tuya, hermano —respondió el mayor sonriente.

Miré a Rindou, este se acercaba a mi de forma peligrosa. Lo miré nerviosa, ya que estaba cansada y creí que me iba a desmayar.

— No te preocupes —murmuró contra mis labios.

Asentí para después sentir como los juntaba. Cerré los ojos y me dejé llevar. Rindou me agarró de la cintura y me puso encima de él. Solté un gemido al ver como entró de golpe en mi. Nos separamos y empezó a succionar mis pechos mientras que su mano derecha estaba apretando mi otra teta.

Alcé la mirada y Ran seguía ahí. Solté un gemido al ver como se masturbaba mientras nos miraba. Este me sonrió y guiñó un ojo. Rindou me dio la vuelta y empezó a dar embestidas más fuertes. Dolía pero se sentía bien.

— Rindou —gemí mordiéndome el labio inferior ante su mirada.

— Mírame solo a mi—dijo dándome otro beso.

Asentí. Me estaba gustando esto. Volví a sentir esas ganas de correrme, por lo que hice lo mismo que la primera vez. Ahogué un grito y enterré mis uñas en la espalda de Rindou. Este soltó un quejido pero siguió golpeando mi punto débil hasta que salió de mi interior para correrse en mi estómago y tumbarse a mi lado. Suspiré exhausta y miré a ambos hermanos con cansancio.

Ran se acercó a mi con una sonrisa, acarició mi rostro y miró a su hermano. Me levantó y me llevó al baño para ducharme. Mis piernas temblaban y dolía mi interior, pero era un dolor agradable. Cuando terminó de lavarme, me volvió a llevar a la cama y me acostó en el medio.

— Lo has hecho muy bien —dijo el mayor dándome un beso en la frente.

— Descansa —me dijo ahora Rindou.

Asentí. Rindou puso su cabeza en mis pechos mientras que Ran me abrazaba. Miré hacia el techo y suspiré. Creo que nunca había estado tan cansada. Cerré mis ojos intentando conciliar el sueño y fue cuestión de segundos quedarme profundamente dormida.