N12. Fetiches.

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Olivia.

Salí de la biblioteca del instituto porque había estudiado unos conceptos que pronto me servirían de apoyo en un taller

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Salí de la biblioteca del instituto porque había estudiado unos conceptos que pronto me servirían de apoyo en un taller.

Por los ventanales se divisaba un clima agradable, me quedaba menos tiempo para comer pero fui al cafetín con la esperanza de aunque sea comerme una fruta antes de clases.

Mientras hacía la fila para pagar mi desayuno una discusión en medio de las mesas llamó la atención de todos, incluyendo la mía. Sobre todo la mía.

—¡Eres un idiota! —gritó Trixie, una chica de mi salón, veía ciencias y artes plásticas con ella—. ¡Lo peor que me pasó fue haberte conocido!

Procedió a arrojarle un vaso de gaseosa... a nada más y nada menos, que a Austin.

¿Pero de qué me perdí?

Todos observaron a Trixie largarse con rabia, hubo un silencio sepulcral, nadie se burlaba.

Austin negó cabizbajo, y sumado de vergüenza se levantó sacudiendo su camisa empapada, retirándose de igual forma de la observación de las masas.

Luego de esa escena, todos comenzaron a susurrar cosas.

Sergio apareció en mi campo de visión, se mordía sus labios como si sostenía las palabras para él.

—¿Supiste? —¿Qué se supone debía saber? Mi cara llena de dudas le dieron una respuesta contundente.

El cabello de Sergio ese día estaba largo y alborotado, le crecía muy rápido, pero lucía bien sus rulos.

—Austin al parecer, volvió a sus andanzas... Salió con Trixie después de una fiesta pero la botó en el momento justo que ella quería algo más.

Cielos, está historia ya la he oído antes.

—Pensé que ya no era ese tipo de chicos...

Sergio sabía porque en los vestidores al parecer habían convenciones de chismes entre hombres.

—Quizás no toda la culpa es de él.
—Quizá no quiso desilucionarme.

Me encogí de hombros y pagué mi desayuno.

La verdad es que no veía a Austin como alguien posible aún, y verlo salir con otras chicas era como verlo salir con Elif.
El dolor y la indiferencia a ese dolor era el mismo.

—Oí que hoy será el curso, felicidades—, me habló Sergio nuevamente, esta vez de forma alegre—. Piero está emocionado desde ayer, creo que no durmió.

Sonreí cordialmente y hablamos de algunas cosas básicas, sobre el tema y sobre algunas asignaciones.

No podía quedarme en el cafetín ese día ya que tenía que entregarle unos deberes propios que le había hecho a mi alumno-compañero para que practicara.

ENTRE TRES, ENTRE SÁBANAS. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora