N.1 Sueños mojados.

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Sergio.

Salí del mar soltando un gran respiro por el aire retenido, la luz del sol había tocado mi espalda, era tan fuerte aquel reflejo que lo sentí cálido, seguí caminando y la espuma de las olas pasaban por mis pies dejando rastro en la arena, solo hab...

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Salí del mar soltando un gran respiro por el aire retenido, la luz del sol había tocado mi espalda, era tan fuerte aquel reflejo que lo sentí cálido, seguí caminando y la espuma de las olas pasaban por mis pies dejando rastro en la arena, solo habían dos chicas en toda la playa nudista y me sorprendí de verlas encima de mi toalla.

Una vez que me acerqué a la tienda ambas se quitaron sus gafas de sol con una sonrisa. Parecían hermanas por la similitud entre ellas, pero por la complicidad en sus ojos supe que eran amigas.

-Estábamos esperando que llegaras. -Mencionó una de ellas con una voz dulce y ¿seductora?

¿Qué hacían dos chicas desnudas sobre mis pertenencias?

-¿Esperándome? -Pude pronunciar y traté de desviar mi vista a sus caras, ya que no quería faltarles el respeto.

Era una tentación, ambas chicas tenían una piel impecable y un cuerpo proporcionado. Pero ellas por el contrario, se dieron el tiempo para verme ya que no tenía traje de baño de igual manera.

-¿Te gusta lo que ves? -Le pregunté por el descaro y aunque me sentí intimidado una sonrisa se formó en mi cara al ver que la respuesta era afirmativa en su rostro.

-Tú también puedes ver. -Intervino la otra chica por primera vez y sorpresivamente las piernas que tenía cruzadas fueron abriéndose poco a poco, mostrándome todo de ella.

Demonios...

-Teníamos planeado darte una sorpresa, pero ya que estás aquí, solo queremos que te nos unas...

-¿Unirme a qué? -Sabía perfectamente a qué pero quería oírlo de su boca.

-Quiere saber a qué... -rió la otra chica como si yo fuera inocente, y casi en susurro le dijo a la otra cerca de su oído-. Creo que debemos enseñarle.

Y fue cuando aún viéndome a los ojos tomó de la mejilla a su compañera, y después de darme una sonrisa, ambas se besaron.

Dios santo.

Cuando terminaron aquel beso estiró su brazo para alcanzarme y entonces me arrojé a dónde estaban.

El fuerte sonido de los nudillos de mi padre sobre la puerta me hicieron despertar de aquel fabuloso sueño que comenzaba a tener. Maldición.

Traté de ignorar el sonido para continuar el sueño, intenté armar un nuevo escenario de continuación pero fue inútil.

-Sergio, aprovecha el agua caliente. -La voz de mi padre se hizo presente detrás de mi puerta y gruñí hundiendo mi cabeza a mi almohada.

Dios, esas mujeres eran tan sexys.

Salí de la regadera y mis pensamientos seguían divagando, tenía que liberar esa tensión horrible que ahora sentía dentro de mi.

ENTRE TRES, ENTRE SÁBANAS. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora