2

4 0 0
                                    

-Hola corderito.

- ¿Perdón?

Volteo hacia Cástor que está de pie junto a mí con una enorme sonrisa burlona en el rostro. 

-Claro que te perdono, eso de dejar a tu conductor sin previo aviso y además sin agradecer es algo muy desconsiderado, corderito.

Respiro profundo controlando mi mente y boca para no decir todo lo que realmente quiero. 

-Creí que no podías llegar a ser más desagradable, pero estaba equivocada, ¿Qué se supone que es eso de corderito?

Lo escucho reír un poco y se acerca a mi lentamente. -Los corderitos son el alimento favorito de los lobos Catalina y tú ahora eres el mío.

Levanto una mano para convertirla en una muralla entre Cástor y yo, y siento como su cara choca contra ella haciendo que lo empuje hacia atrás al instante. Después de lo que pasó lo quiero lo más lejos de mí que se pueda.

-Vete.

- ¿Por qué tu agresividad?

Levanto la cara y lo veo a los ojos unos segundos, mientras lo asesino mentalmente, pero su desagradable sonrisa aparece de nuevo y regreso a mi posición inicial, mientras cierro los ojos un momento. No caigas en su juego, eres mejor que esto. Respiro profundo y me concentro en la clase que está por iniciar.

La clase pasa rápido y cuando termina, guardo mis cosas y salgo rumbo a la cafetería. Escucho pasos detrás de mí y dado que Catrina parece que no vendrá, solo puede ser una persona.

 - ¿Ahora vas a evitarme corderito?

-Siempre lo he hecho, no sé por qué te sorprende ahora, suelo evitar estar cerca de las cosas que me desagradan.

Mi voz suena distante y aun cuando no quiero delatarme el odio se escapa en mis notas.

- ¿Te desagrado?

-Te has encargado de que sea mucho más que eso, pero no creo que sea relevante ¿cierto?

Entro en la cafetería, pido unas galletas, pago y salgo, con Cástor siguiendo cada paso, al llegar al salón vuelvo a mi lugar y me siento, viendo como hace lo mismo en el lugar contiguo al mío, se gira hacia mí para quedar de frente, y me observa detenidamente por un momento.

- ¿Qué quieres?

-Más cosas de las que puedas imaginar, Corderito.

Lo veo por unos segundos, la desagradable sonrisa vuelve y realmente quiero, deseo, golpearlo en la cara para hacerla desaparecer, pero no puedo, así que ruedo los ojos y me limito a rayar mi libreta con garabatos al azar, hasta que una chica entra al aula buscándome.

- ¿Catalina?

-Diga. Levanto una mano para que la chica me identifique de manera más fácil, se acerca con una enorme sonrisa y llega hasta mí.

-Te buscan afuera. Creo que mi cara muestra la confusión que estoy sintiendo pues se limita a sonreír y seguir hablando. -Solo me pidieron que salieras.

Me pongo en pie y camino a la puerta, afuera del salón está un chico con una flor en la mano y de esta cuelga un listón atado a una nota da un par de pasos hacia mí y me acerca la flor.

- ¿Quién eres?

Levanta los hombros y sonríe. -Sólo el mensajero.

Tomo la flor con la confusión creciendo dentro de mí y el chico desaparece. Solo quiero que quede claro que esto es lo más raro que me ha pasado en la vida, regreso dentro y tomo mi lugar, Cástor no se ha movido ni un centímetro, aunque justo ahora es lo que menos me importa, tomo la nota para leerla, pero escucho los pasos del profesor y la guardo antes de poder hacerlo.

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora