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- ¿Ya te vas?

-Sí, debo hacer un par de tareas antes de entrar a la escuela.

- ¿Quieres que te lleve? Me queda de camino.

Sonrío a Cástor un poco tímida, durante las últimas semanas se ha comportado de manera distinta, es más amable, no hay tantos comentarios irritantes como solía haberlos, sonríe incluso un poco más y ha dejado de mirarme de manera asesina, me agrada mucho más esta versión de él, aun así, algo que me dice que debo mantenerme alerta. –No gracias, estoy bien, pero es muy amable de tu parte el ofrecerte.

-Sí así lo quieres, está bien.

Hace una pequeña inclinación de cabeza y desaparece sin más.

En el camino logro olvidarme de su nueva y extraña actitud, llego a la escuela a la una en punto, lo que significa que aún tengo media hora para que lleguen las chicas con las que haré la tarea. Me siento en las escaleras como siempre y siento como mis ojos son cubiertos por un par de manos, las toco por un rato, hasta que el anillo que usa desde hace algunos días en la mano izquierda delata a su portador y sonrío. –Se supone que preguntes quien soy.

-Si lo hago escucharas mi voz y sabrás quien soy.

- ¿Igual que ahora Teodoro?

Una carcajada se escapa de mi garganta mientras quito sus manos de mis ojos y me volteo para verlo, se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. – ¿Cómo va tu día Ania?

Desde el día del interrogatorio, Teo dejo de llamarme señorita Salazar para utilizar simplemente mi nombre, el detalle con eso es que no suena como solo mí nombre, pues logra darle cierto tono que lo hace característico en él. –Normal, creo ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Quería verte.

Sonrío moviendo la cabeza de lado a lado en respuesta. -Igual nos vamos a ver en unas horas amigo mío, compartimos clases, no deberías desatender tus deberes.

Está a punto de hablar cuando veo a una de mis compañeras cerca, así que, sin decir más, rodeo a Teo y empiezo a caminar, no tarda más de diez segundos en estar a mi lado y caminar a mi paso. –Hola Cristina.

Se gira y al verme su sonrisa aparece. –Hey, creí que llegarías tarde.

-Lindo viernes, todo el mundo se desocupa temprano. Alzo los hombros y sonrío aún más. – ¿Iniciamos?

-Vamos buscando un lugar para trabajar, Dulce no tarda en llegar, me dijo que ya venía en camino, ¿nos acompañarás?

Ella dirige su mirada al sujeto a mi espalda y le sonríe de manera sencilla, siento como coloca una de sus manos en mi espalda lo que me hace girarme hacia él, tiene una leve sonrisa en el rostro y clava sus ojos en los míos unos segundos, hasta que alza la vista para contestar a Cristina.

–Tengo un par de pendientes que resolver antes del inicio de clases, lamento no poder acompañarlas. Baja de nuevo a mí, se acerca y besa mi mejilla, siento el contacto suave de sus labios sobre mi rostro por un par de segundos en los cuales sonrío por el gesto. –Te veo en clase Señorita... Ania. Se aleja y gira a Cristina. –Nos vemos en clase, suerte con su trabajo.

-Hasta luego Valdenebro.

Ella le sonríe de vuelta, pero en cuanto este se gira para irse clava su mira en mí. Se queda así por un minuto hasta que no puedo evitarlo más. – ¿Qué pasa?

-Eso es lo que me gustaría saber, ¿ya confesó sus sentimientos?

- ¿Qué?

Mi voz suena tan desconcertada como creo que mi cara debe lucir. - ¿Qué sentimientos?

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora