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¡Ayuda! ¡Esto es demasiado! ¡¿Por qué dejan tantos trabajos para una sola fecha?! Esto es abuso escolar, deberían tener consideración y dar más tiempo de entrega ¿se pondrán de acuerdo los profesores para hacer esto? Reviso la hora en mi teléfono, diez treinta, tengo tres horas trabajando y parece que nunca voy a terminar, así que es el momento perfecto para tomar un descanso y desayunar algo.

Me acerco al refrigerador para ver que hay, hoy tengo ganas de cocinar así que haré algo especial, siempre y cuando tenga lo necesario, porque aún tengo mi pijama puesto y no quiero salir así a ningún lado. Empiezo a sacar cosas del refrigerador cuando escucho que tocan a la puerta, dejo todo en la mesa y voy a abrir.

- ¿Ositos? ¿Es en serio corderito?

Volteo a ver mi pijama, es mi favorita, un pantalón afelpado, amarillo, con corazones verdes abrazados por tiernos ositos, siento como mis ojos se abren mucho, volteo hacia arriba y un muy feliz Cástor me sonríe de oreja a oreja.

- ¿Qué... haces aquí?

-Quería verte, además te dije que podía ayudarte con tus tareas.

Me sonríe enseñando todos los dientes lo que es poco usual en él, apuño mis cejas y lo veo por unos segundos.

–Tranquila, Catrina también está aquí. Detrás de Cástor y un poco apenada una triste Catrina aparece con una sonrisa de disculpa.

-Creí que tenías compromisos los sábados.

-Me dieron el día libre. Baja la cabeza y se voltea, la miro unos segundos, luego paso a Cástor quien se limita a levantar los hombros.

-No creo que sea un buen momento, apenas voy a desayunar, ¿ya comieron?

-Hemos pensado en todo. De la espalda, donde hasta ahora me doy cuenta estaban sus manos, saca una enorme bolsa blanca. –Desayuno para tres.

Me giro a Catrina con la esperanza de que ella pueda hacer algo, lo que sea, realmente no me pondré exigente. - ¿Catrina? ¿Por favor?

La veo sonreír y suspirar. –Créeme, lo he intentado toda la mañana, mi último esfuerzo fue resignarme, rindámonos e intentemos controlar a este loco, ¿Qué dices?

- ¿Catrina?

Mi voz suena un tanto triste y cansada, tengo mucho con que trabajar. –Catalina, te quiero y lo sabes, pero por nuestro bien, solo déjalo seguir con esto por un rato, ¿sí?

Pone sus manos juntas al frente a manera de súplica, cosa que hace solo cuando realmente está desesperada, respiro profundo, paso mis manos por mi cabello para intentar acomodarlo y sonrío. –Adelante, disculpen el desorden y si mi hermana pregunta, esto estaba impecable.

- ¿Por qué tu hermana preguntaría algo como eso?

Volteo hacia Catrina que tiene cara confundida, le hago una señal a ambos para que tomen asiento y eso es lo que hacen.

–No lo decía por ti, lo siento, se lo advierto a él.

Hago un movimiento de cabeza para señalar a Cástor y él sonríe con gesto victorioso, Catrina lo ve por unos segundos y después a mí en busca de una explicación.

–Creo que lo tiene como espía o algo parecido desde el día del hospital, se supone que no sé nada, pero ella no sabe ocultarme secretos, además desde entonces está un poco más curiosa de algunos temas que seguro cierto chico presente en esta mesa también lo está.

Se limita a sonreír y giñarme un ojo para empezar a sacar las cosas de su bolsa, el desayuno y el resto de las horas pasan tranquilamente y en realidad aun cuando no hagan mucho con respecto a mis trabajos, el que estén aquí me ayuda a hacer más pasajero el tiempo.

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora