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- ¿Estás bien?

-Sí, solo estoy un poco cansada.

Catrina se acerca a mí y lleva una de sus manos a mi frente para sentir mi temperatura, misma acción que repite en mis mejillas, revisa mis ojos y me da una vuelta para inspeccionarme, mientras sonrío dejando que termine su labor.

–Eso me dijiste la vez pasada y Cástor ya me puso al tanto de lo que ocurrió.

-Tranquila, eso no se va a repetir, la doctora intensifico su vigilancia y me obliga a tomar todas las vitaminas antes de salir de casa para venir aquí y antes de dormir.

Ese día al llegar a casa mi hermana me estaba esperando sentada a la mesa con una enorme cantidad de frascos de diferentes vitaminas, tal como lo esperaba me sermoneó por un muy buen rato y después me obligó a tomar los horribles medicamentos como si tuviese diez años, intenté hacerle ver que ya era mayor para cuidarme sola, pero fue imposible hacerla entrar en razón.

-Buen día.

La voz de Cástor es grave, pero baja de tono, solo para que nosotras escuchemos, no espera respuesta y no dice nada más, solo se limita a sentarse en su lugar en silencio.

-Buen día. Volteo ligeramente la cabeza para que mi voz llegue hasta él, el susurro de su disculpa dio vueltas en mi cabeza varios días y como era de esperarse me hizo sentir culpable por ser tan grosera con él en la única ocasión en la que realmente me estaba ayudando. Al regresar a mi posición inicial Catrina me recibe con una enorme sonrisa de oreja a oreja. –No se le niega un saludo a nadie, se le dicen modales por si no lo sabias.

Entra el profesor y la jornada escolar se va volando.

- ¿Ya te vas?

-Sí, comeré en casa, creo que tengo tiempo.

- ¿Quieres que te lleve?

Cástor aparece detrás de Catrina serio y con una actitud muy tranquila, como si fuese un viejo amigo, tiene la cabeza baja y solo la levanta un par de segundos para esperar mi respuesta.

–No, gracias, estoy bien. Asiente de manera lenta, una media sonrisa aparece y se da la vuelta sin decir más, Catrina lo ve como si no conociese a la persona junto a ella y cuando se da cuenta de que en realidad se está yendo corre para alcanzarlo olvidándose de despedirse.

***

Llego a U.L.A. demasiado temprano así que me quedo en las escaleras leyendo uno de los libros que he puesto en mi mochila para ocasiones como esta donde estuviese aburrida. – ¿Truco o Trato?

El libro en mis manos tiene como portada una calabaza de Halloween de la que escurre sangre. Luce aterrador, pero es uno de mis libros favoritos. - ¿Te sorprende?

Pongo el separador en la página en la que voy y cierro el libro para encontrarme con la dulce sonrisa de Teo. –Buenas tardes, joven Valdenebro.

-En especial hoy señorita Salazar. Se sienta mi lado y gira mi cabeza desde la barbilla para abrirse paso hasta mi mejilla y así besarla a manera de saludo. -No sabía que te gustaran ese tipo de libros.

-Y no me sorprende en lo absoluto.

-Al parecer sigues siendo un enigma para mí, no sabes cómo me gustaría saber tantas cosas.

Luce distraído y soñador, haciéndome sonreír ligeramente. - ¿Y por qué no preguntas?

Se queda serio por un rato, solo viéndome mientras supongo intenta encontrar una respuesta. –Entonces... ¿contestarás cualquier cosa que pregunte?

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora