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-Tengo el contrato.

- ¿Qué?

-Buenos días corderito.

Ruedo los ojos y tomo asiento en mi lugar, él se gira a mí y coloca una carpeta en mi mesa, la abro para leer un enorme encabezado "Acuerdo de amistad" me giro a él y lo veo esperando una explicación.

–Dijiste que pensara bien mi trato si quería que fuésemos amigos, que mejor que uno por escrito con reglas y todo el circo completo para que confíes en mis buenas intenciones, puedes modificar el punto que quieras.

Levanto una ceja y sonrío, muy bien, esto definitivamente me impresiona gratamente. – ¿Este es mío?

-Así es, esa es tu copia, léela y dame tu opinión.

Se ve muy entusiasmado, tomo la carpeta y hojeo rápidamente, son alrededor de unas quince páginas. –Te esmeraste bastante ¿verdad?

-Dijiste que me esforzara. Su sonrisa crece, el profesor entra al aula y Cástor se gira para poner atención no sin antes remarcar su entusiasmo. –Espero una respuesta pronto.

Una leve risa se escapa de mi garganta y me limito a asentir, mientras guardo la carpeta.

Las clases pasan rápido y sin problemas, me pregunto si algo le estará pasando a Catrina, ya que en el último par de semanas ha fallado en varias ocasiones, aunque considerando que estamos en cierre de semestre y prácticamente ya terminamos, no creo que sea muy importante para ella asistir.

Sonrío para mí y sigo caminando hasta llegar al lugar donde tomare el autobús, pocos segundos después justo frente a mí se estaciona un auto extraño, bajan la ventanilla y un sonriente Cástor se encuentra del otro lado. – ¿Te llevo?

-Gracias, pero no quiero molestar.

-Articulo trece, subsección tres, párrafo ocho, renglón dos, como amigo puedo llevarte a cualquier sitio, el ofrecerme a hacerlo no será motivo de alguna mala intención, en caso de que intente algo desagradable para el sujeto B, en este caso tú, el acuerdo de amistad puede ser destrozado al instante y el sujeto A en este caso yo deberá alejarse permanentemente del sujeto B y no podrá acercarse a él o ella hasta que le sea permitido y consentido por viva voz del agraviado. Lo veo con extrañeza y se limita a sonreír alegremente. –Búscalo si no me crees, ahí lo dice.

Hojeo hasta llegar a los lugares indicados, todo lo que dijo es exactamente lo que está escrito, lo releo un par de veces y después lo veo a él. – ¿En resumen me estás diciendo que te ofrecerás a llevarme y si haces cualquier cosa que me incomode te alejarás de mí para siempre y no volveré a verte?

Se queda serio ante lo que levanto una ceja para esperar su respuesta, luego de unos segundos en los que parece estar pensando sonríe y asiente ligeramente.

–Espero al menos que me digas que es lo que te incomoda antes de que dejes de hablarme.

Sonrío aún más y muevo la cabeza de lado a lado, debo admitir que tiene un buen punto, supongo que tendré que leer detenidamente esta cosa lo antes posible. Levanto la cabeza y está haciendo un ligero puchero y ruidos de cachorrito lo que hace que una risa ligera se escape de mi garganta. –Iré en autobús, gracias.

- ¿Qué? ¿Por qué? El acuerdo dice que...

-Dice que tú puedes ofrecerte a llevarme, no que yo estoy obligada a aceptar, aun así, gracias.

Hago una pequeña reverencia y camino un par de pasos hacia donde el autobús acaba de detenerse, veo como de reojo su boca se abre más de lo necesario, subo y busco un lugar para leer el dichoso acuerdo.

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora