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- ¿Lo has leído?

Sonrío al verlo sentarse con tanta confianza. –Si así te comportas sin haber firmado ¿qué será después de hacerlo?

Su sonrisa aparece de manera muy espontánea y se limita a mover la cabeza de lado a lado y contemplarme esperando una respuesta.

–Lo leí y tengo varias correcciones que pedir.

Saco la carpeta de mi mochila y se la entrego, la hojea un poco y a medida que pasa las hojas la sonrisa se vuelve más pequeña haciendo crecer mi felicidad.

- ¿Algo más?

Mi carcajada está a punto de explotar, pero veo al profesor cerca así que toso para espantarla y me limito a negar con la cabeza.

–Dijiste que anotara las cosas que quisiera cambiar y creo que ese acuerdo estaba más a tu favor que al mío, si las cosas se van a hacer se harán bien y para eso hay que ponerlas a la par.

Sonríe de lado, me guiña un ojo y se va a su lugar. Catrina toma su lugar y sonríe de medio lado, un gesto apenas perceptible para mí, pero sé perfectamente que significa, así que me limito a decir que no con la cabeza y concentrarme en la clase, durante el resto del día Cástor desaparece por completo, hasta que es el momento de cambiar de escuela.

- ¿Te invito a comer y aclaramos los últimos detalles del contrato?

Una sonrisa de medio lado aparece en mí haciendo desaparecer la de su rostro.

– ¿No debes editarlo primero?

Levanta una carpeta y la mueve frente a mí. –Mi ausencia no ha sido en vano, si vamos a ser amigos hay que iniciar con el pie derecho, venga, solo iremos a comer, incluso vendrá Catrina, será una comida entre amigos, no puedes decir que no, ¿Te apuntas? En realidad, me gustaría conocerte un poco más, sé que fui un patán mucho tiempo, pero quiero cambiarlo, es la última semana de clases y volverás a tu hogar, no te veré en semanas y sería genial que pudiésemos llegar a un acuerdo, ¿por favor?

Al final de todo baja levemente la cabeza y me ve suplicante, como hacen los niños cuando quieren que les compren algún caramelo, ¿Cómo se supone que diga que no a cosas como esa? Me pregunto cuanta práctica tendrá con esto de los pucheros.

-Hay que admitir que es un gran discurso, ¿A dónde iremos?

De la nada Catrina aparece detrás de él con una enorme sonrisa y entre laza uno de sus brazos con el mío y el otro con uno de Cástor, arrastrándonos de camino al auto de Cástor.

El lugar que han elegido es pequeño, pero todo está perfectamente acomodado, se siente un ambiente tranquilo y se ve cómodo, luego de unos minutos de sentarnos llega una de las camareras y deja los menús sobre la mesa retirándose un instante después de una leve reverencia.

Pasan solo unos segundos antes de que Cástor levante una de sus manos para llamar a la camarera y ordenar por todos, una vez la chica se va fija su vista en mí, así que sonrío y lo veo fijamente. –Muy bien, es tiempo de iniciar con los negocios señor.

Una enorme sonrisa que nunca había visto en el rostro de Cástor aparece por unos segundos y luego saca la carpeta de su mochila. –Todos los arreglos están hechos, ahora reléelo y dime si hay algo más por modificar.

Me toma unos cinco minutos analizar nuevamente el contrato, al terminar saco una pluma de mi mochila y firmo, en los lugares marcados, cierro la carpeta y se la devuelvo a Cástor, su cara en este momento no tiene precio, nunca creí verlo tan sorprendido, ¿sería mala idea tomarle una foto?

Parpadeo un par de veces para salir de la impresión, grandes mentes piensan igual, Catrina se ha adelantado a mis pensamientos, pero ha olvidado quitarle el flash al teléfono y la foto a Cástor ha sido demasiado evidente. Empiezo a reír y Catrina hace lo mismo, hasta que llega la camarera con nuestros platillos.

Sin Duda AlgunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora