CONFESIÓN

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-¿Por qué me cuentas eso a mí?

-Por que te amo Serkan -agachó la mirada -desde hace tres años -y cerró los ojos.

Serkan colocó su mano tras el cuello de Eda, ella abrió los ojos y Serkan le dejo un beso en la frente, cuando Serkan se iba a alejar, Eda lo tomó del brazo. Serkan conectó sus ojos con los de Eda.

-Serkan, ¿Qué sientes por mi?, a veces me haces pensar que sientes algo por mi y a la vez es como si yo no existiera.

Serkan se sorprendió al escuchar eso, después de todo, él también sentía eso, sin dudarlo se acercó a Eda, volvió a colocar su mano tras su cuello y esta vez la besó sin apartar su mirada de ella.

Las lágrimas bajaban por la mejilla de Eda, pero estás lágrimas eran de felicidad, el beso duró unos instantes, cuando se separaron, Serkan volvió a besarla, pero está vez fue un corto beso.

Se recostaron uno al lado del otro, mirándose sin decir ni una palabra, hasta que el sueño los dominó...

Eda se despertó, tenía dolor de cabeza, se sentó un poco adormilada, viajó con la mirada por ese extraño cuarto, ¿Dónde estaba?, ¿Qué hacía en ese lugar?...

Por su cabeza pasó la escena de unas cuantas horas atrás, se encontraba sola en la habitación, justo como hace tres años sucedió, se volvió a recostar y recordó que él la había dejado sola por un momento...

Serkan se despertó, a su lado se encontraba Eda, aún dormía y parecía tranquila, ya eran pasadas las dos, así que se dirigió a la cocina a preparar algo y de paso buscar una pastilla por si Eda se despertaba con dolor de cabeza por tomar tanto.

Después de unos minutos, entró a la habitación, en sus manos traía una bandeja con comida.

Al ver esto, Eda se levantó de golpe, pero al hacerlo tuvo, que agarrar su cabeza con las dos manos, ya que su dolor aumentó considerablemente.

Serkan dejó la bandeja en una mesa que se encontraba junto a la cama, agarró un vaso de agua y se lo entregó con una pastilla:

-No debiste tomar tanto Eda

Eda, agarró el vaso, tomó un sorbo y enseguida se tomó la pastilla.

-¿Tienes hambre?, Te traje esto.

-Respóndeme lo que te pregunté.

-Primero come, luego te digo.

Eda agarró el plato y comenzó a comer, esa comida estaba deliciosa, no era como la que preparaba ella, la cual le parecía demasiado sosa, sin darse cuenta, se la terminó en un momento.

-Antes de responderte, necesito contarte algo -y Eda prestó atención -Selin, la mujer que fue a buscarme, fue mi novia hace mucho tiempo, la amé, le daba todo lo que ella quería, pero, me clavó el puñal por la espalda con mi mejor amigo -a Eda le dolió saber que lo lastimaron de esa manera -Te amo, desde que apareciste frente a mí, sentí algo por tí, pero por miedo no supe ver lo que sentías por mi.

A Eda se le salieron las lágrimas, se llenó de felicidad y lo abrazo

Ese simple abrazo, los hizo sentir conectados, les hizo ver qué hace mucho anhelaban ese momento.

Se besaron entregándose sin miedos, sin dudas, sus manos viajaban por sus cuerpos, como rocío por las hojas, los besos y las caricias eran tan placenteras que dedicaban su tiempo a solo a eso, sin afán, disfrutando del momento.

Sus prendas cayeron al suelo, en ese preciso momento, se dejaron llevar por la pasión.

Serkan, al penetrarla, sintió algo que nunca había sentido, era una exquisita y mágica combinación entre placer y amor, Eda sentía placer como nunca antes, cariño y se sentía segura junto él.

Estaban exhaustos, su sudor bajaba por su piel, el cosquilleo no había desaparecido a pesar de haber llegado al clímax.

Se recostaron uno al lado del otro, tomamos de las mano, mirando a la nada, recordando todos los momentos que habían pasado juntos.

No se quisieron separar, por consiguiente, Serkan acompañó a Eda por ropa a su apartamento, se devolvieron y concluyeron ese día especial durmiendo juntos.

Mi Jefe, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora