Capitulo 6

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Narrador omnisciente

Al dia siguiente, Mai volvió a la misma hora, con el desayuno para Ikaedhth, volvió a explicarle y enseñarle mas cosas, como costumbres humanas, festejos, cultura general, la vida del planeta y los seres que vivian en el, creencias... muchas mas cosas. Cada dia, Mai le enseñaba más y más a Ikaedhth, pero el seguia reacio a contarle algo sobre su mundo a pesar de que ella habia compartido todo lo del suyo. Ella no entendia porque, pero respetaba su decision.

Mai, sin darse cuenta, comenzo a sentir algo por Ikaedhth, no sabia si era curiosidad, fascinación o puede que incluso amistad. Ella estaba feliz de verlo, todos los dias entraba en su estancia con una amplia sonrisa para darle los buenos dias, le llevaba el desayuno todos los dias y algunos de ellos ella comia con él. Le gustaba enseñarle a él sobre su mundo y a ella le encantaba aprender sobre el suyo, pero lo que mas le gustaba era escuchar las historias de sus cacerias. Le fascinaban. Pero ella se sentia mal por no poder quitarle esas cadenas que lo mantenian atado, su corazon dolia solo de ver cómo le molestaban a él para moverse.

Por su parte, Ikaedhth cada dia estaba mas contento de ver a la pequeña ooman, de poder aprender lo que le ensñaba, de poder escuchar su dulce voz y oler su dulce perfume todos los dias. Él disfrutaba mucho de su compañia, ya fuera al desayunar, comer o cenar o a veces solo con estar con ella le llenaba de paz. Adoraba ver la sonrisa que le dedicaba todas las mañanas, él habia visto que tambien sonreia a los machos ooman, eso no le gustaba, pero se dio cuenta de que la sonrisa que le dedicaba a los demas no era tan brillante ni tan dulce como la que le dedicaba a él, solo por eso no decia nada. Con el paso de los dias se le olvidó el porque habia decidido formar una amistad con la pequeña ooman, ya no solo queria tener su amistad para escapar sino que tambien la queria para esta junto a ella.

Pasaban las horas, con el tiempo esas horas se conviertieron en dias, los dias en semanas y las semanas en casi un mes. Ambos estaban felices de verse todos los dias, quitandole importancia a donde se encontraban y quien les estaba observando, ya nada de eso le importaba a ninguno de los dos siempre y cuando pudieran estar juntos.

Había pasado casi un mes cuando el frio del invierno empezo ha hacerse presente. El cielo ahora estaba cubierto de gris incluso por el dia, la lluvia se hacia presente cada dos o tres dias, pero lo que mas se noto fueron las bajas temperaturas que azotaron la base nada mas empezó el frio mes de diciembre. Todos en la base estaban tapados hasta los ojos con chaquetas, gabardinas, guantes y bufandas de lana. Nadie se esperaba que ese dia apareciera un hombre de alma negra y corazon mas duro que la piedra con el objetivo de derrumbar la armonía que habia creado nuestra pequeña protagonista.

Planta -4, camino al despacho privado del doctor Verio

Un hombre vestido de traje y corbata negros que media 2.06cm, estaba de camino al despacho del doctor Verio siendo escoltado por dos guardaespaldas unos pocos centimetros mas altos que el. Tenia la piel muy blanca, casi del color de la leche, ojos grises que reflejaban la oscuridad de su alma y un cabello tan rubio que parecia ser de oro blanco, tenia una constitución atletica pero sin pasarse, el pendiente del que colgaba una pequeña cruz de plata en su oreja derecha y el anillo de oro que portaba en el anular de su mano izquierda era lo que mas destacaba de su apariencia.

Despues de caminar por unos 10 min. aprox. el hombre y sus seguidores llegaron al laboratorio privado del doctor Verio. Al entrar habia muchas grandes pizarras distribuidas a lo largo de la habitación, varios planos de objetos extraños, imagenes de diferentes predators colgadas por las paredes, por el suelo habia una grancantidad de papeles tirados y en el centro de la sala un escritorio con su propietario de espaldas hacia la puerta revisando uno de los muchos montones de papeles que habia.

-Buenas, doc. Me alegro de verle.- Dijo el hombre de negro con un tono tan frio que helaria la sangre a cualquiera.

-Saludos señor Lucius. Me alegro de verle igualmente.- Dijo Verio con cierto desden.

Estudiando a un YautjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora