Capitulo 11

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Después de unos pocos minutos de búsqueda Ikaedhth encontró una cueva donde ocultar la nave. Una vez "aparcada" la nave salieron al exterior, se asomaron por la entrada de la cueva y pudieron ver que estaban en una pequeña montaña con vistas a una interminable jungla rellena de vegetación.

-Vaya, la vista es bonita y eso pero, que hacemos ahora??- Preguntó Mai. Justo en ese momento Verio recordó algo.

-Casi se me olvida!- Exclamó de la nada haciendo que los otros dos se girarán a verle.- Esperad aquí un momento!!- Grito mientras corría al interior de la nave, al cabo de unos segundos volvió a salir a toda prisa con una bolsa improvisada en sus manos.- Creo... urff... que esto... haarf... es... tuyo.- Jadeo por la falta de aire de tanto correr y le enseño la bolsa a Ikaedhth.

Verio tiro la bolsa al suelo y saco de dentro varios objetos que Ikaedhth reconoció de inmediato.

- Esos son??- Empezó a preguntar el yautja y Verio asintió.- Mi máscara, mi brazalete, mi kit de curación, mis cuchillos y el resto de mis armas o, bueno, la mayoría.- Enumero a medida que iba equipandose sus cosas.- Y mi red de temperatura.

-Eso es lo que fuiste a buscar mientras Ikaedhth encendía la nave?? Que listo Verio!!- Adulo Mai, a lo cual él doctor sólo formó una sonrisa nerviosa.

-Bien, ahora que tengo todo lo que necesito puedo ir a investigar el terreno, será mejor que vosotros os quedéis aquí por si acaso.- Comentó Ikaedhth. A Verio no le pareció mala idea, pero a Mai.

-Oh no, de eso nada, yo quiero ser útil, ya sea para ir a por agua o a cazar algún conejo salvaje o algo que podamos comer.- Contraatacó Mai.

-Deberias descansar, aunque la cámara de cicatrización te haya curado la herida la máquina no estaba programada para atender oomans, puede que no hayas sanado del todo aún.- Replicó Ikaedhth

-Yo me encuentro bien, quiero ayudar, quiero ser útil. Así que no me alejaré mucho si te hace sentir mejor, pero voy a buscar algunas bayas silvestres o algo. No quiero quedarme aquí quieta sin hacer nada. Soy científica de campo, no rata de laboratorio.- Negocio la chica. Ikaedhth tuvo la sensación de que no podía ganar esa discusión, así que acepto el trato de la hembra con la condición de que, tal como ella dijo, no se alejara mucho por si pasaba algo.

Mai, ya feliz de haber ganado la discusión, bajo por la pendiente de la montaña acompañada por Ikaedhth, Verio se quedó junto a la nave por si sucedía algo que la tuviera lista, aunque Ikaedhth todavía no se fiaba de aquel ooman estaba dispuesto a darle una oportunidad. Ya en la base de la montaña Ikaedhth le dijo a Mai que volviera a la cueva antes del atardecer, cosa que la chica acepto si el cumplía lo mismo, ambos aceptaron las condiciones del otro e Ikaedhth se camufló para ir a investigar el terreno.

Por parte de Mai, esta decidió ir primero en busca de un río, ya que si había agua cerca también habría animales, pescado y bayas, así que se adentro en la jungla. Comenzó a caminar en línea recta desde donde estaba y miró por todas partes a ver si encontraba indicios de que había algún río cercano, como moho u olor a tierra mojada o el sonido del agua al correr, tras un rato de búsqueda se sentó en la base de un árbol a descansar, cuando apoyo las manos a los lados de su cuerpo noto que había una textura rara en las raíces del árbol. Había encontrado musgo. Eso significaba que no estaba muy lejos de un río, ya sabía hacia donde ir. Después de descansar un poco más, se levantó y siguió el musgo hasta que pudo escuchar el murmullo tranquilo de un río, confiada se acerco al borde que separaba la tierra del agua, hundió sus manos en el frio líquido cristalino y bebió de él. Con aquel calor asfixiante el agua fría le sentaba bien.

Ahora que ya había encontrado el río debía buscar algo que comer. Puso manos a la obra y se centro en encontrar algunas bayas, solo tuvo que caminar unos metros río abajo para encontrar una morera (un arbusto de donde crecen moras y frambuesas, donde vivimos se les llama comúnmente moreras) se acerco y empezó a comer unas cuantas mientras se llenaba los bolsillos de su bata de laboratorio, que aún llevaba y estaba sucia y rota. Cuando tuvo los bolsillos llenos pensó que no llegaría para saciar el hambre de nadie, se sintió mal por no poder hacer más... o eso fue lo que pensó hasta que vio unas ramas partidas en el suelo mientras volvía río arriba para volver a la cueva. La mente de la muchacha comenzó a maquinar y se le ocurrió la idea de hacer una cesta con lianas y barro para llevar el agua y una lanza con unas ramas que llegó a arrancar y unas piedras a las que dio forma. Con la cesta ya hecha y dejando endurecer el barro al sol, la chica se quito la bata llena de moras colgada en una rama, se arremango los pantalones, se quito las zapatillas y se metió al agua para intentar pescar algo. Le llevo unos cuantos intentos saber como atraer a los peces para pescarlos con la lanza, pero al final consiguió un buen botín de 4 truchas, para ser la primera vez que lo hacía no estaba mal, pero con eso no iba a lograr alimentar al predator, cuya especie se alimentaba principalmente de carne.

Estudiando a un YautjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora