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𝔈𝔯𝔞 𝔲𝔫𝔞 𝔭𝔢𝔮𝔲𝔢ñ𝔞 𝔶 𝔭𝔞𝔠í𝔣𝔦𝔠𝔞 mañana el último día que se pasaría en Hogwarts, dando conclusión al primer año de nuestros protagonistas, aunque estaba acompañada de un cielo gris y solitario, no siendo adornado por el canto de un pájaro pasajero. A pesar de eso no era un día triste.
Pero había alguien que estaba apurado, el tren. Su silbato resonaba tres veces consecutivas, fuertes y estruendosas por toda la estación, amenazando con dejar atrás a cualquiera que no estuviese listo.
Por el otro lado, alguien seguía afuera del tren. Eran _____ Lestrange y Harry Potter, Que se habían retrasado pues Harry no podía meter a Hedwig en su jaula y _____ se había quedado para ayudar.
Apurados y afanados, los niños corrieron para acercarse al tren, suspirando aliviados al ver a una gran cantidad de estudiantes aún afuera y charlando como si nada.
-¡Vamos, apúrense, ya se va el tren!- exclamaba Hagrid con repetición.
El gigante, al ver el apuro de los dos niños, decidió intervenir y ayudarlos con esas maletas que parecían pesar tanto, claro que para él era como levantar una pluma.
-¡Gracias, Hagrid, hasta el próximo año!- dijo _____, alzando la voz para ser escuchada en medio del bullicio de las conversaciones y el humo del tren.
Harry se quedo hablando con Hagrid, por lo que _____ aprovechó y se puso en marcha para buscar campo.
Logró hacerse espacio en el pasillo lleno de estudiantes, pasando con cuidado de no ser aplastada en el refinado aunque pequeño lugar. Ojeó algunas de las cabinas, encontrando la mayoría de estas ya llenas, hasta que llegó a una en donde estaba Neville, por lo que decidió sentarse con él.
-Pensé que no vendrías- dijo Neville con tono burlesco cuando ella se sentó frente a él.
-Lo siento- resopló ella, respirando con dificultad después de tanto agotamiento -Me quede ayudando a Harry porque Hedwig no quería meterse a la jaula.
El tren poco después se puso en marcha, sus ruedas y humo provocando gran estruendo a medida que avanzaba. De repente, un pequeño sapo saltó en el regazo de _____, croando tiernamente.
-Hola, Trevor- sonrió ella, dándole pequeñas palmaditas al sapo.
-Es como si te quisiera más a ti que a mí- bromeó Neville en son de queja.
El resto del viaje consistió en bromas y conversaciones, los dos niños realmente disfrutaban de la compañía del otro. Incluso intercambiaron sus direcciones para saber a qué destinatario mandar las cartas que desde ya planeaban escribirse.
Irónico, diría cualquiera, que dos almas destinadas por acontecimientos pasados a odiarse rotundamente, se volverían en tan poco tiempo, amigos.
