𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟸𝟶

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-La guerra-
Parte 1
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𝔄𝔩 𝔥𝔞𝔟𝔢𝔯𝔰𝔢 𝔠𝔬𝔯𝔯𝔦𝔡𝔬 𝔩𝔞 𝔳𝔬𝔷 de que Harry Potter había estado en Hogsmeade, casi inmediatamente se mandó a una reunión en el Gran Comedor por parte de Severus Snape. Todos debían usar uniforme completo y juntarse con los de su casa.

-Muchos de ustedes están probablemente cuestionándose porqué los he convocado a esta hora- había comenzado Snape cuando todos estuvieron en el comedor -Se dice que esta tarde Harry Potter fue visto en Hosmeade.

Muchos comenzaron a murmurar al respecto, los que no sabían de la veracidad del asunto.

-Ahora- prosiguió el oscuro director -Si alguien, estudiante o personal, se atreve a intentar ayudar al Señor Potter, será castigado en una manera acorde a la severidad de su transgresión. Así que, cualquier a de ustedes que tenga conocimiento alguno sobre estos acontecimientos y no procede a acercarse, será tratado con la misma condena.- dijo, con palabras lentas y comenzando a caminar por en medio del salón -Bien. Si alguien tiene conocimiento de los movimientos del señor Potter esta tarde, lo invito a dar un paso hacia adelante. Ahora.

Pero nadie se movió, ni siquiera se atrevieron a mirar a Snape a los ojos, todos estaban aterrados. Pero su terror se apoderó del sonido cuando en coro, todos ahogaron un grito al ver a Harry Potter salir de entre la multitud para enfrentar a Severus Snape.

-Parece que a pesar de sus exhaustivas estrategias de defensa, tiene un pequeño problema con la seguridad, director- habló el muchacho con picardía.

En ese instante, por las amplias puertas del Gran Comedor, la renovada Orden del Fénix entró con ímpetu y autoridad.

-¿Cómo se atreve a liderar donde él lo hizo?- prosiguió Harry con voz temblorosa -¡Cuénteles a todos como usted lo traicionó! ¡Usted era alguien en quién él confiaba!

Sin responder ni una palabra, Severus sacó su varita y la agitó en el aire, todos asumiendo que se preparaba para atacar a Harry. Lo hubiera logrado si no hubiera sido por Minerva McGonagall, quien con una expresión visiblemente adolorida, se enfrentó a su compañero y amigo y lo amenazó con su varita, lanzándole hechizos que lo obligaron a detenerse y alejarse de ella. Pero Snape no contraatacaba, simplemente se defendía con un escudo, y cuando no vio más opción, huyó del lugar en una nube de humo negra.

Ante su partida, todos se enloquecieron y celebraron su nueva libertad, pues ahora quedaba más que claro que McGonagall no soportaría más el asunto y tomaría el liderazgo. Pero la alegría no duró mucho. Las risas se acabaron con prontitud ante el lúgubre color que el ambiente adoptó, y con el nuevo clima violento que se manifestaba a través del techo. Niños desesperados comenzaron a gritar aullidos de horror, y todos al unísono fueron capaces de escuchar una voz horripilante reclamar:

𝔉𝔩𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔄𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔞𝔰 ||  𝒩. 𝐿𝑜𝓃𝑔𝒷𝑜𝓉𝓉𝑜𝓂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora