𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹𝟺

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-𝐄𝐥 𝐚𝐥𝐚𝐫𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐃𝐮𝐦𝐛𝐥𝐞𝐝𝐨𝐫𝐞-
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     𝔈𝔩 𝔢𝔫𝔱𝔲𝔰𝔦𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔪𝔬𝔳𝔦𝔪𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 de varita del profesor Flitwick dirigía un coro bien preparado de estudiantes de todas las casas y edades, algunos sostenían instrumentos y otros utilizaban sapos como acompañamiento

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𝔈𝔩 𝔢𝔫𝔱𝔲𝔰𝔦𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔪𝔬𝔳𝔦𝔪𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 de varita del profesor Flitwick dirigía un coro bien preparado de estudiantes de todas las casas y edades, algunos sostenían instrumentos y otros utilizaban sapos como acompañamiento.

Como un director profesional en alguna presentación sinfónica u orquesta, el maestro se movía con fervor, perdido en la música, su cabello haciendo vueltas y giros dramáticos al moverse, pues movía la cabeza erráticamente de un lado a otro, y de arriba a abajo.

Las puntas de sus dedos se movían con la canción que llegaba a su final, finalmente haciendo un ademán de pausa con ambas manos extendidas, la cual los alumnos siguieron y detuvieron su voz e instrumentos.

Todos aplaudieron, alabando al profesor y su coro. Los aplausos dieron entrada al famosísimo mago y director del colegio, Dumbledore, quien recogía con las puntas de sus dedos sus ropas grisáceas, sin la intención de arrastrarlas al caminar.

-Bienvenidos, bienvenidos a otro año en Hogwarts- comenzó el anciano, extendiendo sus manos hacia el público -Me gustaría decir unas cuantas palabras, antes de que todos nos emocionemos demasiado con la excelente comida. Primero, me complace darle la bienvenida al profesor R.J. Lupin, quien ha accedido amablemente a tomar el puesto de la Defensa Contra las Artes Oscuras.

Dumbledore dirigió su mirada y mano extendida a la mesa de profesores, de la cual se levantó un hombre ni tan joven ni tan viejo de facciones amables, ojos marrones, y algunas cicatrices que le rodeaban el rostro sonriente.

-Buena suerte- deseó Dumbledore.

Una ola de aplausos recibió al nuevo maestro.

-¿No te parece raro que todos los años tenemos un maestro diferente para esa clase?- cuestionó ____ en un susurro a Hannah Abbot, quien se sentaba junto a ella -Y es como si Dumbledore lo supiera, le deseo buena suerte...

-No exageres, ______, simplemente nadie ha estado lo suficientemente capacitado- replicó Hannah con una ceja levantada.

-En segundo lugar, debo anunciarles que nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas ha decidido retirarse- continuó Dumbledore -Debido a que quiere pasar más tiempo con sus extremidades remanentes.

Algunos hicieron una mueca ante la manera tan... desagradable de describirlo.

-Afortunadamente, me satisface anunciar que su lugar será tomado por nada más ni nada menos que nuestro propio Rubeus Hagrid.

Los aplausos regresaron, y con ellos Hagrid se vio en la obligación de ponerse de pie como formalidad, pero no contó con que su gran tamaño derribaría algunas copas y utensilios de la mesa. Algunos rieron, otros chiflaron, todos alegres de tener a alguien tan amable como Hagrid de maestro.

-Finalmente, en una nota más descriptiva- Dumbledore volvió a llamar la atención de los estudiantes -El Ministerio de Magia ha requerido que Hogwarts, hasta nuevo aviso, reciba a los dementores de Azkaban, hasta que Sirius Black sea encontrado.

Todos y cada uno de los presentes fruncieron el ceño y murmuraron entre sí ¿Como tales criaturas, pertenecientes a una cárcel, iban a ser permitidas en una escuela? Los susurros de otros solo mencionaban el nombre de Sirius Black ¿Qué quería ese asesino en Hogwarts?

-Los dementores estarán estacionados en cada entrada del castillo- Dumbledore recuperó la atención -Según me han informado, ellos no serán un inconveniente para nuestras actividades del día-a-día. Debo advertirles, los dementores son criaturas maliciosas, no distinguen entre el que están buscando, y el que se interpone en su camino aunque sea por accidente.

Neville le lanzó una mirada disimulada a su amiga desde su mesa, pero para su sorpresa, no se veía tan angustiada como en el tren. Tal vez su miedo no era exactamente perteneciente a los dementores. Eso alivio un poco el corazón del muchacho.

-Por lo tanto debo advertirles a todos y cada uno de ustedes que no les den razón para lastimarlos- Dumbledore hablaba pero su mirada ya no se dirigía a todos, estaba centrada en Harry Potter -No está en la naturaleza del dementor la misericordia. Pero, ¿Saben?- el mago recompuso su buen ánimo del inicio, sus manos formadas en un ademán de señalar -La felicidad puede ser encontrada incluso en los tiempos más oscuros. Solo debemos recordar... prender las luces.

En su discurso lleno de misterio y suspenso, Dumbledore pasó la palma de su mano cerca de una vela apagada, encendiéndola sin necesidad de contacto o varita para probar su punto, mientras su mirada seguía clavada en Harry como si todo ese discurso estuviera dirigido única y exclusivamente para él.

Tan amargo fue el final del discurso, que a muchos se les quitó el apetito. Una lástima, pues el banquete estaba especialmente magnífico esa noche.

𝔉𝔩𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔄𝔪𝔞𝔯𝔦𝔩𝔩𝔞𝔰 ||  𝒩. 𝐿𝑜𝓃𝑔𝒷𝑜𝓉𝓉𝑜𝓂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora