Lucerys ha sido nombrado heredero de Driftmark pero ahora deberá mantenerse en la capital y soportar el acoso y las humillaciones de Aemond con tal de no arruinar los planes de su familia para tomar el trono de hierro.
Sin embargo, siguiendo los co...
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Alyssa.
—¿Puedes envenenar a un dragón tan grande? —le pregunto a Daemon.
Él se me queda viendo con una expresión de desconcierto mezclado con ligera molestia.
—Tal vez si tiramos una enorme pared de piedra contra él, se debilite entonces...
—Si esto se vuelve un problema, mataré a Aemond, no necesitamos asesinar a Vhagar, tal vez Rhaena pueda reclamarlo esta vez —fue toda la respuesta que recibí.
—Mmm eres muy aburrido.
Ciertamente lo es, todos aquí lo son.
—Intenta que Daella no tome vino esta noche, tu madre esta en sus últimos meses y no quiero que se altere —hago un sonido afirmativo, no es la primera vez que llama a Rhaenyra mi madre por lo que ya no me sorprende.
Ambos estamos parados en un rincón del salón esperando la llegada del rey para iniciar la cena.
Mi padre no pierde de vista a Rhaenyra, que conversa con Jace. Yo, en cambio, observo a Jace que conversa con Rhaenyra. Una coincidencia a medias.
Aún recuerdo cuando ví a Jace por primera vez cuando él y su madre llegaron a mi dulce hogar montados en sus enormes dragones.
Era atractivo, encantador y caballeroso, tenía una mirada imponente y no había nada que lo hiciera bajar la cabeza, lo cual era admirable.
Todo un Príncipe delante de mis ojos.
Luego, cuando acepté vivir en Dragonstone estaba decidida a reclamar un dragón, por lo que iba cada noche a visitar a Vermithor. Jace me descubrió, aunque en vez de acusarme, me acompañó y ayudó ocasionando nuestra cercanía.
En resumidas cuentas, tuvimos un amorío, uno muy sexual diría yo, pero funcionábamos juntos.
Lo que pasó es que tuve que hacer cosas algo inesperadas para él, cosas que no entendió y que yo tampoco pude explicar. Cosas que no quiero recordar.
Cómo resultado: Jace creyó que fingí mi personalidad para manipularlo.
Aunque la realidad es que él sacaba otro lado en mí, uno más infantil y caprichoso, sin embargo la traición ya había pasado delante de sus ojos, por lo que nos distanciamos drásticamente.
Luego de un año de haberme ignorado por completo, empezó a tratarme como si entre nosotros no hubiera ocurrido nada, es por eso que a veces es divertido molestarlo. A veces.