Lucerys ha sido nombrado heredero de Driftmark pero ahora deberá mantenerse en la capital y soportar el acoso y las humillaciones de Aemond con tal de no arruinar los planes de su familia para tomar el trono de hierro.
Sin embargo, siguiendo los co...
CAPITULO DIECISIETE: El comienzo de la caída Hightower
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Hace dos años y un poco más.
Miro con suma atención como el príncipe Jacaerys acaricia el osico de su dragón con delicadeza excesiva.
Vermax, es de un color verde oscuro y sucio, tiene las escamas y alas rojas, los ojos amarillos como los de una serpiente y se ve demasiado malhumorado. También, apesar de ser joven, se ve increíblemente grande.
Pero...es feo.
Caraxes es feo y este dragón también. Syrax de la princesa Rhaenyra es más bonita, al menos en lo que cabe, supongo.
—Si gusta puede ir con la princesa Rhaenyra, mi Lady —comenta el príncipe Jacaerys interponiendose entre mis pensamientos.
Si claro, y tal vez caiga desde el cielo y me estrelle en algún castillo muriendo de una forma de lo más ridícula.
—No, gracias —respondo dandome la vuelta esperando al carruaje—. No me agrada el dragón de su madre.
Y tampoco su madre, quisiera decir.
—Puede ir conmigo.
Volteo a mirarlo con curiosidad sorpresiva. Él luce despreocupado, cómo si fuera de lo más normal ofrecerle a una dama llevarla volando encima de su dragón.
—No, gracias —digo con brusquedad—, no se ve muy bonito —señalo a Vermax.
Jacaerys frunce el ceño y me ve con indignación. A su lado, Vermax también parece indignado. Que raro que un animal tenga expresiones faciales tan marcadas.
—Eso es descortés —declara con aspereza—. Vermax es muy bonito.
—Si usted lo dice —contesto moviendo mi mano con indiferencia.
Pero mi respuesta solo hace que frunza más el ceño. Su dragón me enseña los colmillos y trata de acercarse a mí.
—No, Vermax. Basta.
Me alejo lentamente mientras observo cómo el príncipe calma a su dragón con palabras suaves en alto Valyrio. Vermax resopla y se da la vuelta ignorandonos a ambos y Jacaerys me ve como si me culpara por el resentimiento de su dragón, le sonrío de mala gana.
—¿No es su dragón demasiado grande? —pregunto sin poder contenerme— Es solo un poco más pequeño que el de su madre y se supone que tienen una diferencia del doble de edad.
—El dragón de mamá dejó de crecer como antes cuando ella empezó a dar a luz —comenta viendo con tristeza cómo un Vermax malhumorado lo ignora—. En cambio, Vermax crece exponencialmente, él suele cazar solo y algunos dicen que tiene cierto parecido con uno de los dragones más grandes que ha existido, creen que son de la misma raza.
