Te cultivo una rosa roja, brotada en el calor de tu tierra fértil
y florecida en el fuego del mismo núcleo de mi centro;
una rosa ardiente, nativa de mi selva virgen
para que viva en el exacto sitio de tu yema.
Y al ofrendársela a la entrega de tu ebullición
la avives minucioso para apagarla luego,
con la gloria del agua de tu bendita cascada.
Cultivo para ti y siempre viva, una rosa roja
para que la acunen tus brazos
en los capullos de tus ansias
y se desoje en los jardines de tu gracia.
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Los nombres de la Poesía - Tomo 1-
شِعر🙝Qʋe ɱis ɱɑƞσs seɑƞ plʋɱɑ pɑɾɑ cɾeɑɾ pσesíɑ🙟 Recopilación de mis poemarios. "Lσs ƞσɱbɾes...