CAPITULO 19:

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-¿De qué sirve tener un novio si no le puedes contar nada?-refunfuña Sofía en la calle-, si no te da apoyo. Supongo que al final, solo lo busque por deseo... por olvidar... pero también lo quiero. ¿Por qué lo quiero? Se da cuenta, de que nunca en su vida, ha podido pronunciar para nadie la palabra amor...

Pasa la calle pateando una lata de cerveza que estaba en el piso. No puede evitar que la imagen de Luis llegue a su mente y permanezca ahí, siendo besado por esa tal Ivette. No es posible que ella fuera tan tonta como para creer que tenía una oportunidad.

-No entiendo a la gente.

Se había hecho tantas esperanzas con el viaje de gira, y tan solo en un segundo se desplomaron completamente. Si tan solo ella hubiera sido más abierta y se le hubiera declarado durante el viaje esto no estaría pasando.

Pero quizás ahora ya ni siquiera valía la pena. Ya no es pura, ya no vale lo mismo que antes. Su primera vez, todo su regalo se lo había quedado un hombre que para colmo es totalmente inocente de sus acciones.

Su celular suena. Es Mónica. No quiere hablar con él, así que cuelga. En parte, su descuido es culpable de lo que le pasó. Si tan solo hubiera traído la gema, él se hubiera podido soltar de los amarres. Si tan solo ella misma no hubiera sido tan tonta como para poner la gema en su ropa. Si tan solo la hubiera guardado en alguna parte de su cuerpo, ella se habría podido defender.

-¡Que estúpida¡- se dice a sí misma con una voz algo fuerte. Algunos transeúntes la voltean a ver.

...

Luis se suelta rápidamente del beso de Ivette. Se le alcanzan a ver sus pechos desnudos a travez de la blusa desabotonada.

-¿Qué haces Ivette?

-Te lo dije. Te necesito.

-Quizas, pero yo no. Entiende que así no son las cosas.

Ella finge no escucharlo y poco a poco se va quitando toda su ropa.

-Ivette, vístete por favor.

-¿Estás diciendo que no me deseas?- se acerca a él completamente desnuda-, vamos a regresar. Anda, ni siquiera tuvimos oportunidad de hacerlo ni una sola vez.

-Ivette- dice Luis desviando la mirada- vístete- comienza a perder la paciencia. Es un hombre, y esta situación lo pone nervioso.

-Vamos...- se acerca más e intenta besarlo nuevamente. Luis está al límite, no solo de su paciencia, sino también de sus instintos. Si acepta, no podría arreglar las cosas con Sofía. Esta mujer, manipuladora y vividora regresaría una y otra vez. Jamás pensó que alguien de su estilo tuviera esta falta de respeto consigo misma, esta falta de escrúpulos.

-Si no te vas...-le dice tomándola de los brazos y alejándola de sí-, te sacaré así como estás.

-No lo harías.

-¿Quieres apostar?

Ivette deforma su rostro con una mueca de furia. Se suelta del agarre de Luis y se pone rápidamente su ropa. Casi la rompe por la forma agresiva en que se la pone. Pasa a un lado de él y con una fuerte mirada de reproche sale de su casa, azotando la puerta lo más fuerte que puede.

-Eres un desgraciado- grita ella antes de irse.

...

 Isaac va con su esposa y su pequeña hija a una agencia automotriz. Con los nuevos ingresos tan geniales que tuvo la banda a raíz de la gira, ahora pude cambiar su camioneta por una nueva del año.

-Realmente te extrañamos- le dice su esposa cargando a su hija.

-Yo también. No saben cuanto. ¿Dime, que modelo crees que sería mejor?

-Una en la que quepa todo tu grupo ¿No?.

-Si claro, ya tengo mi elección. Pero yo digo... ¿Cuál quieres para ti y la niña?

Su esposa se emociona y comienza a ver todos los modelos que hay en la agencia. También será tiempo de que consigan una casa nueva, pero eso será más adelante. Todo depende de cómo funcione el disco.

En la lejanía, alcanza a ver una figura conocida. Sale a las puertas de la agencia para reconocer bien a esa mujer. Es Sofía, que avanza dando patadas a una lata de cerveza. Parece molesta y pensativa. Es extraño verla así, ella siempre feliz, sonriente y entregada al grupo. Parece que solo está perdiendo el tiempo. Se le ve mal.

A algunos metros lejos de ella, nota algo que lo deja con una sensación extraña, incómoda. Hay una persona que sigue a Sofía a cierta distancia. Y conoce a esa persona perfectamente.

...

Durante la mañana de ese día Mónica llegó a la casa de Sofía. Espero un poco lejos. No tenia idea de qué decirle o de cómo ayudarla. Espero ahí un muy buen rato sin atreverse a tocar a la puerta, porque...¿ Qué le diría? ¿Y si alguien más abría la puerta?¿cual sería su excusa? Tampoco tenía idea de si ella quisiera hablar con él.

Al cabo de un rato logra darse cuenta de que Sofía sale de su casa y aborda un camión de pasajeros. El decide seguirla en su moto. La ve entrar a una galería de arte que está en el centro de la cuidad. La espera afuera. Tarda algunos minutos en salir de nuevo. Un hombre sale detrás de ella. Cuando sale, avanza rápidamente y sin mirar atrás. Mónica nota que su expresión está mucho más afectada al salir que cuando entró. Simplemente se aleja caminando. Mónica deja aparcada su motocicleta y se va caminando detrás de ella.

Poco a poco se da cuenta como se acercan a las afueras de la cuidad. Decide llamarla por teléfono, pero ella no le contesta. Realmente debe de estar molesta con él. No la culpa. Fue su culpa que le pasara eso.

Cuando ya están en una parte retirada, Sofía se detiene de repente. Queda inmóvil un momento. Luego se da la vuelta para regresar. Es entonces cuando queda de frente a frente con Mónica, que ya no tenía ningún lugar donde ocultarse.

-¿Por qué me sigues?- pregunta ella, mirándolo fijamente.

-Necesito saber que te encuentras bien- dice él apenado.

-¿Qué esté bien?- dice ella alzando la voz- ¿Cómo quieres que esté bien? ¡Maldición¡...!No¡!Claro que no estoy bien¡

Ella camina molesta, tratando de alejarse de él. Camina lo más rápido que puede y luego de un momento se hecha a correr tratando de llegar a un lugar que sea inaccesible para él. De pronto siente un brazo que la retiene, ella intenta soltarse, pero la mano solo la aprieta con mas fuerza para evitar que se escape:

-Por favor...-dice Mónica suplicante-, se qué falle, que no fui útil.

-Si tan solo hubieras llevado tu gema...-le replica casi castañeando sus dientes-, hubieras podido hacer algo. ¡Si hubieras llevado a Rebia yo no estaría así¡

Sofía siente como el tecladista la rodea con los brazos, abrazándola con fuerza. Ella intenta zafarse, pero él es mucho más grande que ella.

-No, por favor- dice él-. No tengo ni idea de lo que puedas estar pasando, pero quiero ayudarte. Ayudarte a que lo olvides, a que puedas recuperarte. En serio lamento haber sido tan estúpido, y no haya podido ayudarte.

Sofía lo escucha. Escucha su sinceridad, un lado de él que jamás había conocido. Sabe que realmente está arrepentido de su error. Pero ella no puede cambiar su realidad, y no puede volver el tiempo atrás.

Al final ella también lo rodea con sus brazos, y deja que toda su frustración salga de ella por medio de gruesas lágrimas. Mónica siente como su pecho se moja y como unas manecitas se aferran al cuero de su chamarra.

...

LA RAZON DE REBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora