CAPITULO 8

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Al día siguiente, por la tarde, Sofía se prepara para el concierto de esta noche. Aún se encuentra cansada con todo el movimiento de la noche anterior. En la mesita de su cuarto, prende una varita de incienso para relajarse y realiza ejercicios vocales. Se pone a meditar, y no puede evitar recordar los sucesos de anoche. Es cierto que Rebia ocupaba su cuerpo, pero su conciencia estaba bien despierta, y era testigo fiel de todo lo que ocurría. El arma la puso muy nerviosa, el banco, las patrullas. Pero algo que la inquieta más que todas las demás cosas es haber sido casi atropellada por Mónica y que este además le ofreciera el ópalo que contiene la esencia… ¿Por qué Rebia lo rechazó? Es su meta reunirlos todos. Pero esta esencia, tan inmediata… la rechazó. Ya no entiende lo que está pasando. De hecho ni siquiera sabe porque la está ayudando. Rebia le dijo que de esto depende mucho del futuro de Terranova, pero no le dijo por qué. Solo le pidió ayuda, y ella estaba aburrida, sola y sin una meta. Quizás solo quería sentirse viva por una vez. Ni siquiera quién es ella. Qué es ella.

“¿Qué es Rebia?”.

El vestido de esta noche ya está listo. Un delicado vestido de encaje rojo que deja traslucido parte de sus senos. Lo adiciona con medias de red y un corsé negro. Tacones rojos y una flor roja en la cabeza. Suena su celular y se asoma a la ventana. Llegaron por ella. Saca la mano y saluda a Isaac.

Sale de la casa despidiéndose de sus papás. No le toman mucha importancia. Su padre prefiere no verla así. No le parece correcto, ni su madre tampoco. Así que ella casi no se muestra a ellos vestida así. Porque ella sabe que en estos momentos es el fetiche y el deseo de muchos hombres, cuando se siente segura, cuando se siente la dueña de sí misma. Sube a la camioneta mientras Luis le hace espacio entre él e Isaac.

-Te ves muy bien Sofía- le dice Isaac.

-Gracias- responde ella sin vergüenza. Isaac es uno de sus pocos amigos y sabe que lo dice sin dobles intenciones-, como siempre- Isaac es ya un hombre mayor. Casi alcanza los 35 años, tiene una esposa y dos hijas que Sofía ha tenido el gusto de ver en algunas ocasiones.

Esperaba que también Luis la alagara, pero no lo hace. No realiza ningún comentario. Él ya la conoce, puede que por eso. Lo mira de reojo. Es lindo. Su cuello largo y delgado, igual que su cuerpo, de piel blanca y facciones finas. Pero no ve expresión en él. Supone que ella no le parece atractiva. Nadie que la conozca puede interesarse en ella. Se siente como un monstruo. Quizás sea linda por afuera, pero si conocen su personalidad... Esa es monstruosa. Así son las cosas y no van a cambiar, por mucho que ella quiera. Y la verdad, justo ahora, en este momento… Luis le gusta, es un hombre atractivo, dulce y amable, pero… parece que él ni siquiera la nota.

-Y… ¿Qué cuenta la vida Luis?- comenta Isaac.

-No mucho, ayer salí con Ivette al cine- Sofía no puede evitar sentir una ligera punzada. Sabe que no tiene derechos ni motivos, pero…

-¿Te le declaraste?

-No, todavía no.

-Bueno, ya habrá tiempo.

-Llévala a un parque de diversiones- dice Sofía para ocultar los celos. Los dos se le quedan mirando.

-¿Qué?

Una vez que llegan al lugar, entran tras bambalinas para prepararse. Todos los demás ya están ahí, incluyendo a Mónica. Ella trata de no verlo directamente, agachando la cabeza; pero él no le quita la vista de encima. Todos ven incrédulos la extraña actitud de Mónica en ese momento, pero él no parece notarlo. Sofía revisa fugazmente si todavía tiene el ópalo rojo en la muñeca.

Pero para todos los demás grupos de rock, este hecho pasa desapercibido. Dentro de este ambiente es muy difícil diferenciar a los que están actuando extraño. Por un lado hay un grupo de cantantes en círculo que le rezan al de “abajo”, otros fumando opio, unos más “fajando” con algunas mujerzuelas detrás de unas cortinas y otros a plena vista.

LA RAZON DE REBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora