Capítulo 2. Primer canto de hada

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El rey Arthur Benedit Kard Lowa I, fue el gobernante más estúpido que había leído nunca.

El reino de Tharlis tenía gran amor por la ciencia y la filosofía, así que cuando se dieron a conocer escritos antiguos sobre el reino espiritual el rey se rio de los emisarios y sabios que declararon sus descubrimientos con gran orgullo, para él, era absurdo creer en hadas, dragones o seres de la naturaleza.

Humillo a los eruditos que habían encontrado los pergaminos de magia y catalogo como timadores a quienes intentaban demostrar con pruebas que se podía volar, sanar, controlar el fuego, el agua, el viento, la tierra e incluso el metal.

Irónicamente poseía herencia Baku, comedores de sueños, seres extraños que cuando tocaban a las personas se llevaban enfermedades y pesadillas, devoraban estas cosas porque era lo único que les ayudaba a sentirse como humanos. Incluso entre los sirvientes se escuchaban chismes de que la única razón por la que la reina soportaba al rey en la noche, era por los increíbles sueños que tenía, así como la jovialidad que parecía conservarse según qué tan apegada estuviera al rey.

Los Baku eran conocidos por su increíble habilidad para consumir enfermedades y pesadillas, pero también por su apariencia de quimera por lo que no era de extrañar que el rey fuera tan horrible que provocaba las risas de otros reinos. Aunque en la corte no se mencionaba nada por temor a perder el cuello. Entre los plebeyos se escuchaban canciones sobre el rey cerdo que gobernaba en Tharlis.

Es obvio que la falta de respeto llegaría a sus oídos y le produciría una ira inigualable, pero extrañamente el rey jamás tomo represalias hacia su pueblo pues su poder, que ejercía de forma inconsciente, le proporcionaba la venganza perfecta. Con el paso del tiempo se extendió el rumor de que el rey con cara de cerdo era el escogido del dios de la sabiduría y, por tanto, quien le ofendiera seria castigado por la deidad.

***

—Es solo un idiota que hace todo lo que le dice su consejero— murmura la figura blanca mientras estiraba sus alas para tomar cada partícula de maná oscura y la redirigía a la tierra árida de lo una vez fue el valle de Khalí.

Lía miro cada casa destruida por la magnitud del poder de la oscuridad, sintió cierta cantidad de compasión por las vidas que se habían perdido en aquel lugar, pero se recordó nuevamente que cada vida no era más que tinta y papel descrito para su entretenimiento.

La realidad de que era solo un mundo con el que no tenía ningún tipo de apego le dio tranquilidad «Por supuesto, no tengo nada que ver con este mundo» se dijo. Pero un corazón amable no puede evitar sentir compasión ante la crueldad.

Eso fue exactamente lo que sintió Lía, compasión por las vidas perdidas, por aquellas que nunca más volverían a ser lo que fueron antes.

Cuando la oscuridad consuela, la luz confronta

Cuando la oscuridad transforma, la luz eterniza

Eran dos de los seis principios básicos de las dos magias superiores, donde existía un elemento su opuesto se manifestaría para mantener el balance de ambos mundos, tanto del espiritual como del físico.

Pero dado que aún no existía un mago de la luz el mundo se encontraba en un grave problema. Los elementos mágicos para contener la oscuridad todavía no se han creado y con la apertura de la puerta espiritual muchas cosas van a cambiar de este lado.

Se sintió agotada de repente por el fuerte tirón en su espalda, podía darse cuenta de lo desesperada que estaba la tierra que tocaba sus pies por sanar, por volver a cantar.

De repente, recordó el nombre de aquella historia que había leído.

El canto de las sombras y la luz.

—Es un nombre un tanto cursi, para una historia de fantasía.

—¿Disculpe? — escuchó que dicen frente a ella.

La sombra de cuernos y cola la miraba sin parpadear como encantada por su presencia.

—¿Cuál era tu nombre, sombra? — le pregunto más por cortesía que por interés.

—Y-yo no lo recuerdo— le respondió temeroso.

—Eras humano ¿Verdad? — le preguntó tratando de no pensar en el constante dolor de su espalda.

—Así es, pero la maldición que...

—No es una maldición. — Le interrumpió Lía. —Es solo un evento inevitable.

—Evento... Inevitable...

—Hay cosas en este mundo que no se pueden evitar.

Mientras hablaba tocaba suavemente la tierra, sus dedos brillaban de forma tenue por la magia natural de las hadas; su piel lentamente perdió la luz blanca que trasmitía, poco a poco tomaba la forma de una mujer humana de cabello blanco y sus ojos dorados que brillaban como el sol.

Tan hipnotizado se había quedado la sombra con la figura de la mujer que no notó la planta que se estaba creando bajo los pies de Lía.

—¿Qué te parece el nombre Aeonium Zwartkop? — dijo la hermosa mujer.

—¿D-disculpe? — Preguntó la sombra.

—Tu nombre, — contestó la hermosa mujer. —Te pondré el nombre de esta flor.

"Me da pereza pensar en otra cosa"

—Te diría Aeon de cariño— puso sus manos en sus caderas orgullosa de su idea.

—Es un buen nombre. — Fue todo lo que pudo murmurar la sombra.

No podía dejar de pensar en ella hablándole de forma cariñosa, el deseo de pasar más tiempo con ella se hizo muy fuerte. La pequeña sombra quedo fascinada con lo que decía la mujer, su corazón se llenó de una calidez que creía jamás volvería a sentir.

Tan ensimismado estaba que no se percató del suave tarareo que estaba cantando el hada de cabellos blancos.

El primer canto del hada malvada de la historia.

El primer canto del hada malvada de la historia

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El juego del hada malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora