27, mes de la cosecha del año 335
Tres semanas después de la catástrofe
Al despertar lo primero que notó Lía fue la voz de su madre gritándole. Estaba en el suelo tratando de ignorar la frustración e ira de su madre. Había transcurrido un año desde su accidente, su cuerpo había desarrollado vértigo a causa de la perdida repentina del sentido de la audición.
En un principio se le había dicho que podía tener esperanza de volver a escuchar pues su oído izquierdo no había sido tan dañado con la explosión de la bomba terrorista que habían puesto en el teatro en qué se presentaría, los recuerdos que aparecían uno tras otro se mezclaban formando colores preciosos, voces, melodías, llanto y frustración.
Luego de algunas lágrimas derramadas Lía lo supo, los colores reflejaban sus emociones de su otra vida y los que experimentaba en la que ahora vivía en aquel reino de tinta.
—¿Por qué lloras? — preguntó alguien en la oscuridad.
Lía buscó la voz, pero no había nadie excepto ella.
—Aquí estoy, espero no te moleste mi presencia, pero estoy intrigada.
—¿Quién eres? —Preguntó el hada. —¿Dónde estás?
—Estoy aquí, dentro de ti.
Lía se quedó callada por unos segundos, tratando de entender su situación, sin embargo, su confusión parecía divertir demasiado a la extraña voz.
Una fuerte carcajada llenó todo ese espacio, el sonido sonaba como campanas traídas por el viento.
El corazón de la humana se llenó de algo parecido a la ternura, aquella voz le daba mucha paz y nostalgia.
Pero no conseguía entender el motivo, pues estaba segura que no había escuchado aquella voz antes, al mismo tiempo, algo dentro de sí misma le gritaba que aquella voz la había escuchado antes. No con un órgano para oír, sino, con algo un tanto más intangible.
—Siempre es un placer ver ese esplendor de tu alma, querida.
—¿Me conoces? —Preguntó.
—¿Quién crees que te trajo aquí, mi niña?
—No lo sé, —admitió. —Supuse que había sido el dios idiota de este mundo.
—Hay muchas cosas que puede hacer gracias a la vibración de él, pero difícilmente podría atraer una sinfonía como la que tu representas.
—¿Una qué? —preguntó sorprendida Lía.
—Hay varias formas de llamar a alguien como tú, —respondió la voz.
En ese momento una luz brillante apareció frente a la chica, fue tomando forma lentamente, un esbelto cuerpo se materializo; curvas femeninas una cabeza redonda y un cabello negro, la criatura que había aparecido era una humanada cualquiera, de unos diecisiete años de edad. Una chica normal que fácilmente ignorarías al pasar la calle.
No habría tenido importancia de no haber sido porque era la apariencia que el hada tenía antes de haber reencarnado de aquel mundo de tinta.
En apariencia era exactamente la misma persona que por mucho había deseado no ser mismos rostro, mismo cuerpo e incluso mismos ademanes, pero era evidente que alguien más había tomado su apariencia anterior. Los ojos negros de su yo antiguo brillaron con diversión.
—¿Sorprendida? —Preguntó la desconocida abriendo los brazos.
—Mucho.
Definiciónde ademan:
Gesto con que una persona manifiesta un estado de ánimo.
"con triste ademán"
Gesto con que una persona muestra la intención de hacer algo que no se llega a realizar.
"hizo un ademán de abrazarme, pero el dolor lo detuvo"
ESTÁS LEYENDO
El juego del hada malvada
FantasyDe haber sabido que terminaría en el ultimo libro que leí, habría puesto más atención en mi lectura nocturna, aparentemente morí y desperté en el libro que leía en la noche, que resultó ser uno de fantasía, con nada de romance, mucha guerra y destru...