Capítulo 27. Bestia

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—Ahora, vamos todos a respirar para que podamos dialogar—Dijo el espectro de forma lenta.

El ambiente se encontraba sumamente tenso debido al hada enojada que miraba de forma fría tanto a la deidad como al espectro, este último había tomado una posición protectora frente a la deidad magullada que temblaba bajo la mirada del hada.

Era obvio que el rol de adulto lo había asumido él debido al intenso enojo de Lía, pero lo cierto era que el pobre quería abrir un portal y lanzarse de cabeza por el. La chica de melena blanca y ojos ambarinos le hacía temblar.

—Deja de mirarlo así, Lía—le ordeno con voz severa.

—Por favor, —agregó cuando sus ojos se centraron en él.

La chica tomó tres respiraciones lentas mientras sentía su rostro caliente por la rabia, no había mucho que supiera de aquel mundo, según sus recuerdos era un libro de fantasía, pero había pocos detalles que recordaba respecto a la trama. En especial en lo que se refería a su destino.

Como mucho, sabía que ella era la villana final y que todo su poder provenía del maná del que se alimentaban los dioses, sin embargo, esto no era suficiente para ella necesitaba averiguar cómo había llegado ahí para saber cómo salir, no era como si quisiera irse, al contrario, deseaba vivir libremente, pero si no rompía con las limitaciones que tenía el cuerpo que poseía difícilmente podría hacer todo lo que quería en ese mundo.

Lo cual la obligaría a irse de las páginas.

—Si todos queremos llevarnos bien debemos primero hacer las paces, —dijo con voz nerviosa el espectro. —Por favor discúlpate con Dios.

Lo bizarro de la situación casi la hace sonreír, de no ser por la rabia que todavía no se iba, seguramente habría soltado una carcajada.

—Bien, —se movió con elegancia hacia la deidad que temblaba detrás del espectro. —Lamento haber sido tan ruda contigo, no lo merecías.

—Sí, no lo merecía en lo absoluto. — Lloriqueó.

—Lía, que sepas que de no haber sido por él tu no habrías despertado en lo absoluto.

Ella lo miró sorprendida, mientras la deidad asentía con expresión grave y lágrimas en los ojos.

***

—Príncipe Asher, el rey desea verlo. —Le dijo el mayordomo en sus aposentos.

—En seguida me encontrare con su alteza.

—Como se atreve a...

—Somos invitados, capitán. —Lo cortó el príncipe

—Usted trajo a un dios.

El joven sonrió a su reflejo mientras se ponía presentable para salir, su Nana no fue capaz de detenerlo y ayudarlo, desde que habían discutido él le había ordenado no tocarlo. La mirada del chico se encontraba vacía, como si no sintiera nada en absoluto, la culpa había cubierto sus ojos negros, parecía haber envejecido en solo tres semanas.

El brillo de la juventud estaba empañado por un aura oscura que apartaba a las personas de forma instintiva. La desesperanza convierte en hombre al niño virtuoso y en monstruos al hombre cruel. A simple vista, era claro en que había convertido al pobre muchacho, sin embargo, ¿cuánto faltaría para que el miedo cubriera lo humano?

El chico se acercó a su capitán y golpeo de forma amistosa su hombro.

—Ojalá se aparezca pronto esa deidad, para que pueda salvarnos.

Salió de su habitación con solo dos guardias como escoltas, pues el capitán había entregado las armas y se había auto declarado un sacerdote del ahora príncipe de las sombras, el primer Messiah del reino de Tharlis.

Los murmullos se podían escuchar en todo el castillo cuando él pasaba cerca de los sirvientes, las personas le habían cambiado el nombre, ya no era un muchacho ordinario, seria recordado para siempre como un homicida que había terminado con un ejército enemigo de mil soldados y de una población civil de dos mil setecientas personas; en su mayoría humanos y algunos elfos.

Un pasillo de piedra caliza con pensamientos complicados y autocríticos, no sabía que le diría Jacob Acum, el rey de Aquest, o más bien, qué le pediría a cambio de protegerlo, estaba claro que odiaba a la reina, pero no parecía suficiente motivo como para arriesgar tanto su reino por proteger a un príncipe de un reino fronterizo y casi en ruinas.

Al llegar a la estancia donde se reuniría con el rey se sintió incomodo nada más entrar, una enorme mesa de piedra la corte lo miraba con expresiones severas, obviamente intentando intimidarlo, aunque parecía más que deseaban ocultar su propio miedo.

Pues la bestia de las sombras estaba sentada frente a ellos con apariencia de niño.  

  

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El juego del hada malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora