capítulo 26. Furiosa

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Las luces desaparecieron por completo de la habitación, parecía que la noche había llegado de repente, sin anunciarse, para la mujer fue como un parpadeo para el príncipe fue simplemente un estallido que se apodero de todo el lugar.

La tenue luz de la pluma iluminaba el escritorio del joven príncipe, los ojos del chico se dirigieron al lugar donde estaban una carta con lo que podría ser las últimas palabras de su espía en el reino de Tharlis. El papel un tanto arrugado contenía bastante información, sin embargo, solo la frase final lo tenía bastante abatido.

"Todos estamos condenados la oscuridad se llevado todo un pueblo y también nuestra cordura"

Las historias de una criatura invocada por él ya habían llegado a los países fronterizos, para ese punto, estaba seguro de que sería recordado como el príncipe que había asesinado a los suyos en una lucha de poder.

Observo de forma atenta la luz que desprendía la flama de la vela y la comparo con el objeto que había dejado aquella criatura, la diferencia era bastante obvia, la llama luchaba por mantener la habitación iluminada, como si la propia sombra pusiera a prueba a la pobre, mientras que con la tenue luz de la pluma se mantenía intacta, no flaqueaba o luchaba por iluminar la estancia. Simplemente estaba ahí, brillando.

Un bufido salió del príncipe Asher de alguna forma parecía que aquel objeto le hiciera una broma, no sabía explicar el motivo, pero de repente aquella endiablada pluma parecía tener algún tipo de consciencia un ego con el que le decía lo estúpido que había sido.

Los momentos antes de la explosión de sombra llegaron a su mente rápidamente, los gritos y la eterna oscuridad. Se movió inquieto hacia donde estaba su nana, la tomó de las manos y la levanto, su cuerpo temblaba mientras abrazaba a la mujer, —no quiero ser un monstruo, nana. — Murmuraba.

—No lo eres, mi niño. — Lo consolaba.

—No sabes eso, no viste lo que yo. — El chico miró a la mujer en la oscuridad, una prueba más de que su poder era el de la completa oscuridad.

—Algo en ellos murió, sus almas ya no estaban ahí.

—Si eso no significa que soy un monstruo, entonces no sé lo que es.

—Si eso no significa que soy un monstruo, entonces no sé lo que es

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—¡Eres un idiota!

—¡Su majestad trate de calmarse! —

El hada malvada estaba de nuevo sobre la pobre deidad de ese mundo escrito con tinta y papel.

El rostro completamente humano del dios estaba magullado, su nariz sangraba y sus parpados a penas se levantaban por los puñetazos que había recibido.

—¡Me va a matar quítamela de encima!

—¡Si pudiera ahora mismo no estarías respirando! —gritó histérica el hada.

—¡Y ahora que hice!

—¡Como te atreves a despertarme cuando estaba a punto de saber la verdad de mi llegada a este lugar!

—¡Y yo como iba a saberlo!

—¡No eres una deidad deberías saberlo todo!

—¡Quítame a esta loca, espectro inútil!

El juego del hada malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora