Capítulo 14.Un duro golpe

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El hada se acercó al lugar donde estaba el dios de aquel sitio tratando de contener sus ganas de llorar a causa de la horrible voz de ese ser.

Conforme se acercaba se hacía más clara su apariencia piel blanca de bebé, cabello de un rubio dorado que daba ganas de halar, la idea de que hubiera guerras por un mechón dorado de cabeza no parecía tan absurda en ese momento, el ser tenia apariencia de un niño encantador, tenía unos ojos imposiblemente azules y su cuerpo enorme recostado en millones de cuerpos de pueblerinos.

—Hola pequeña...viajera. —Sonrió de oreja a oreja.

La inquietud que subió por su espalda solo la pudo calmar con el convencimiento de que ella conocía sus debilidades, pues había leído de el en la historia.

El antiguo dios maldito de Tharlis.

El dios olvidado.

Dio un paso más con confianza, sin embargo, algo paso corriendo frente a ella impidiéndole dar otro paso. Aunque sería más claro decir que era un alguien.

Una pequeña niña que corría emocionada mientras se escuchaba una dulce melodía de fondo.

La música lo era todo para Lía desde pequeña, en su mundo había visto clases de piano, violín y canto con siete años había llegado a ganar concursos por su talento. Parecía que sería una promesa de la música, pero un trágico accidente le robo todos sus sueños. Un accidente de auto le quito la audición a la tierna edad de nueve años, entre la depresión y la falta de interés de sus padres la música se perdió de sus recuerdos.

Era un recuerdo que había olvidado por completo, era algo extraño porque hasta hacia algunos minutos estaba segura de que había perdido sus recuerdos de su anterior vida porque el conocimiento de aquel libro se superponía por encima de sus recuerdos de cuando era mortal. "No estaba segura del por qué mis padres no me hablaban, pero ahora entiendo un poco más las cosas"

La imagen de sus padres abrazando a su hermana menor luego de un recital de ballet mientras ella era completamente ignorada, apareció frente a ella.

El hada hizo una mueca de dolor deseando nunca haber recordado eso.

Un recuerdo más aparecía delante de ella, junto con el sentimiento de duda al ver el título de aquel libro.

—Te prometo que es muy bueno— le dijeron en lengua de señas.

El rostro de la persona que le había recomendado la historia era completamente borroso, cada vez que intentaba retener algún recuerdo este desaparecía tan rápido como llegaba, lo mismo ocurría en aquel momento.

Los tonos; instrumentos, pentagramas y maestros, todo lo que tuviera que ver con aquella época feliz desaparecía dejando una enorme nube negra en su memoria, junto con las palabras cuarta ley.

La confusión tiño la mirada del hada, como preguntándose qué significaba aquello, pero fue el dios de tinta el que respondió a sus complicados pensamientos.

—Es un maleficio.

El hada lo miro dudosa, estaba a punto de preguntar a que se refería, pero su humor cambio sintió el tirón de sus recuerdos y lo vio saborearse los labios divertido. Un pinchazo de rechazo nació instantáneamente en el hada.

En un principio le pareció raro sentirse agraviada por una simple sonrisa, pero entonces recordó la mirada que siempre tenía su hermana menor cuando sus padres la felicitaban, era la misma burla que vio muchas veces, una expresión que fácilmente podía significar tomaré esto porque eres estúpida y no lo mereces.

La ira cegó la mente del hada de cabellera blanca y extendió sus alas decidida a contratacar.

Absorbió parte de la energía de la deidad y la agito entre las plumas que cubría a sus alas, la luz tomo protagonismo en la escena, el espectáculo de colores desconcertó a la deidad, pero la sonrisa no desaparecía de su rostro hasta que Lía hizo algo que era imposible. Usando su conocimiento del libro creo un enlace entre el poder que había tomado con sus alas y el espacio que estaban tocando las plantas de sus pies, se quedó en la misma posición por unos segundos, esperando el momento en que el maná tomado buscara regresar a su fuente original.

El dios de tinta soltó una carcajada al ver la decisión en la mirada del hada, estaba convencido de que nada le sucedería, sin embargo...

Una de las plumas del hada cayó al suelo y entonces, tanto el cielo como la tierra se agitó.  


Como era de esperar las acciones del hada tuvieron un efecto entre los mortales

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Como era de esperar las acciones del hada tuvieron un efecto entre los mortales.

Durante la primera exploración algunos de los soldados habían decidido solo enviar a plebeyos a la sombra, pero para que obedecieran y se sintieran menos asustados por la eterna oscuridad, les dieron piedras de maná protectoras, bendecidas por el dios Theaorlis. En el pasado serian tratadas como herramientas normales, pero ahora se habían convertido en reliquias sagradas, la mayoría de insurgentes se encontraban tranquilos gracias a esas herramientas, pero cuando Lía noqueo a la deidad las piedras de protección se apagaron.

Dejando claro que existía un ser mucho más poderoso de lo que jamás habían imaginado.  


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El juego del hada malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora