Los soldados no sabían cómo reaccionar ante la mujer frente a ellos, algunos fueron conscientes de que ella había hablado, pero no podían conectar sus pensamientos correctamente.
El silencio que se mantuvo fue tan incómodo que Lía terminó un poco sonrojada debido a la vergüenza.
No quería pretender ser el hada malvada o comportarse como un ser superior, pero la situación podía tornarse peligrosa si ella no intervenía.
El único que parecía conforme con la situación era Aeon, pues los soldados que habían comenzado a orar en la oscuridad parecían a punto de desmayarse.
Entre los mortales era sencillo sentir el poder divino. Sus almas les exigían unirse a una divinidad y aunque su maestra no era un dios, era bastante evidente la cantidad de maná que poseía.
Sus pensamientos se volvieron codiciosos cuando recordó las palabras de los espíritus.
"Si resulta cierto que es una invocada, el mundo jamás volverá a ser el mismo"
Movió su cola ansioso al imaginar el magnífico futuro que se acercaba al lado de su maestra.
—Estoy perdiendo la paciencia— Dijo Lía. Su seño se fruncía cada vez más, por la concentración de maná.
Pero los soldados lo tomaron de otra forma. El silencio continúo hasta que Lía se molestó.
—¿Por qué están atacando a mis amigos? — volvió a preguntar.
—¿D-disculpe? —pregunto uno de los soldados confundido.
—Están atacando a mis amigos— dijo. —Quiero saber por qué.
—Nosotros... Estábamos tratando de salir de-e es-te Lu....Lugar— respondió con dificultad otro soldado.
La poca presencia del hombre le dio gracia. No había conocido a hombres tan aterrorizados, que ocultaran por completo su presencia.
"Parece un fantasma"
—Si quieren salir solo deben pedir indicaciones, los seres de este lugar les dirán como salir.
—Es imposible...— Habló finalmente el general.
—Son monstruos. — Completó otro como si fuera obvio.
Ya más tranquilos se atrevieron a mirar a su alrededor. La mayoría de los convertidos estaban aturdidos, pero calmados.
De no ser por su apariencia grotesca, incluso parecerían divertidos con la situación.
—P-pero intentaron atacarnos— murmuró el general asustado.
El hada miró a los seres transformados que estaban tan sorprendidos que no podían ni moverse.
Era obvio porque los humanos creían que corrían peligro, la apariencia de los mestizos era, en algunos casos, asquerosa.
El miedo era algo natural en los mortales, sin embargo, eso solo estaba provocando más problemas.
Al mirar a algunos mestizos estos negaron rápidamente, como queriendo aclarar la situación con la poderosa diosa que había sido convocada al mundo.
—No es cierto. — le interrumpió el hada. —Solo estaban tratando de ayudar.
Los soldados la miraron sorprendidos, ya fuera por su apariencia o por sus palabras. Lía suspiró.
De repente se sentía como un elefante en un circo.
—Si quieren salir caminen hacia la frontera con Aquest, sigan el río, encontrarán a su señor...
—¡¿Porque iríamos con él?!— gritó uno de los soldados.
—¡Esta tierra está maldita por su culpa! — Sus gritos comenzaron a alterar el orden.
—Fuimos castigados, por ese niño.
Lía se aburrió de las palabras del hombre, le parecía ilógico que dijera eso cuando ninguno de los seres de la oscuridad le había hecho un rasguño.
—Este evento inevitable es inesperado, pero no es un castigo. — Replicó Lía tranquila.
Sus palabras inquietaron a los hombres, pero fue restableciendo la paz de la zona.
—¿E-evento inevitable? — Preguntó el mismo hombre.
—Sí, como dije. — Respondió el hada. —No puedes cambiar ciertas cosas en el mundo, hay cosas que deben suceder. Esta es una de esas situaciones.
—La oscuridad no puede castigar, la oscuridad es bondadosa y tranquila. Son ustedes quienes la corrompen.
Los ojos del príncipe estaban muy abiertos mientras escuchaba las palabras de sus soldados.
Luego de la conversación con "Dios" como lo llamaban sus soldados, la mayoría había quedado maravillados con la apariencia y las alas de la criatura.
Aunque no les había aclarado nada, la criatura los había impresionado por su poder y apariencia.
Muchos de los presentes consideraron que los hombres habían perdido la razón. Pues no existía ser que pudiera tener tales características.
Imposiblemente hermosa. Con alas que llegan hasta el cielo. Y un poder inimaginable.
La descripción bien podría tratar de una criatura de cuentos para niños, pero el príncipe sabía que no podía menospreciar lo que le decían.
Porque él pudo ver, por unos segundos, todo lo que vivía en las sombras. Todo lo que quería cruzar desde el reino espiritual.
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El juego del hada malvada
FantasyDe haber sabido que terminaría en el ultimo libro que leí, habría puesto más atención en mi lectura nocturna, aparentemente morí y desperté en el libro que leía en la noche, que resultó ser uno de fantasía, con nada de romance, mucha guerra y destru...