Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas. Te quiero como para no soltarte jamás.
Mario Benedetti
Dos años después...
El barco estaba a punto de atracar en el puerto de Nueva York, era una cálida mañana de verano, sin embargo, los Granchester seguían en su compartimiento de primera clase lidiando con los síntomas del resfrío que estaba sufriendo Federico. El pequeño de un poco más de 3 años de edad se había sentido muy mal durante la travesía, con fiebre, vómitos y cansancio. Candy además de una buena enfermera, era una madre precavida y portaba medicinas básicas en un pequeño maletín médico, todo lo necesario para atender un tipo de situación como esta, o una caída. Así que ella misma se encargo de atenderlo y cuidarlo en el viaje. Federico se había convertido en un niño muy travieso y siempre estaba muy activo con sus travesuras, y algunas veces salía lastimado de ellas.
Ahora estaba Ofelia, una pequeña de hermosos ojos ultramarinos, e incipientes cabellitos dorados y cobrizos. Seis meses atrás Ofelia había llegado a la pequeña familia para complementarlos en una felicidad infinita. Había nacido en Londres durante el otoño, mientras Terry culminaba en la capital inglesa su última temporada.
Candy se dio cuenta de su embarazo cuando estaban a punto de regresar a Nueva York, pero los malestares propios de su nueva condición no le permitieron tomar un barco de regreso y Terry decidió no exponer a su amada esposa a un trayecto que acentuara sus molestias. Así que consiguió la extensión de su contrato en el Royal Haymarket Teatro, hecho que hizo muy feliz a Charles Wright, el empresario que lo había llevado de gira por París y Londres con un éxito consolidado. Así que el matrimonio se mantuvo en Inglaterra hasta que su primera hija juntos nació y estuvo lo suficientemente fuerte para enfrentarse al viaje a través del Atlántico.
En Londres, ocuparon un bonito departamento muy cerca del Saint James's Park, desde donde Terry se podía ir caminando al teatro. Fueron extremadamente cuidadosos en escoger el personal que ayudaba a Candy con los quehaceres del hogar, especialmente cuando se vieron en la necesidad de contratar una niñera para Federico, ya que el embarazo la mantuvo mucho más tiempo en cama de lo que ella hubiese querido. Sin embargo, Candy se las arreglaba para estar atenta con el pequeño. Ella llevaba las riendas de su hogar con dulzura y amabilidad, y se ganó pronto el cariño de los empleados. De esa forma también conducía su matrimonio, no hubo un segundo desde la boda, en que Candy no tratara con mansedumbre a Terry, que aún conservaba rasgos marcados de un carácter huraño y solitario, lo que causó en el primer año los primeros roces entre ellos. Él no perdía la costumbre de pasar largas horas de ensayo en el teatro, y de encerrarse en una habitación que había convertido en su estudio para repasar sus líneas y leer, mientras que Candy demandaba más de su compañía. Fue necesario que ella pasara por fuertes malestares y se manifestara una fragilidad, para que él reaccionara y se diera cuenta de que no podía seguir en ese camino. Tenía por fin a su lado a la mujer que realmente amaba y le amaba devotamente, y estaba esperando el primer fruto de ese amor entre ambos. Había sido sacudido por su nueva realidad. Una que él anheló por años, no necesitó más para hacer cambios en su vida, y hacer esfuerzos por acoplarse al estilo sanguíneo que Candy le imprimía a su matrimonio, a su hogar. Ella de carácter franco y transparente no dudó en expresar que la distancia que él ponía entre los dos la lastimaba y gracias a que la adoraba con fervor, no tardó en comprender que aquella era una nueva vida y requería de cambios.
Los últimos meses de embarazo estuvo más cerca que nunca de Candy, cuidándola y acompañándola. Terry en verdad estaba aterrado, la única experiencia que conocía con respecto a una mujer embarazada había sido la suya con Susana, quien vio su salud completamente debilitada, hasta la muerte después del parto. En él se mezclaban sentimientos de felicidad y angustia, temía por la vida de Candy al verla un tanto disminuida por los malestares. Pero Candy a diferencia de Susana gozaba de una salud robusta y era atendida por uno de los mejores médicos londinenses, todo en la práctica estaba bien. Sin embargo, un hilo de miedo atravesaba el corazón de Terry a cada momento que ella manifestaba sentirse más cansada, y en consecuencia buscaba pasar más tiempo en cama.
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Sangre de mi sangre
FanfictionAdvertencia: Sí eres de las personas que no toleran leer historias donde Terry y/o Candy se relacionan con otras personas, especialmente con Susana Marlowe, esta historia no es para ti. Aunque te asegure un final feliz será difícil para ti el camino...