Capítulo 9

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Annabeth

Percy es un engreído. Y está bueno. Y es bastante agradable, aunque sea unengreído. Sería un completo manojo de nervios si lo hubiera conocido en unapágina web de citas. No es que estemos en una cita. Casi me río ante la idea.Está claro que no es una cita, ni siquiera se fía de que sea capaz de vestirmesolita para nuestra falsa cita. En fin. Pero el viaje en coche ha sido agradable.No tan incómodo como pensé que sería, y vamos muy bien de tiempo; solohemos tardado noventa minutos en llegar al túnel Lincoln. Si la policía parase aPercy por sobrepasar el límite de velocidad, ¿se libraría si enseñara su placa? 

Cuando nos adentramos en el túnel y nos rodea la oscuridad, me preguntoqué narices me va a elegir para la boda. «Más vale que no sea corto», pienso, yle dirijo una mirada furtiva. Seguro que está acostumbrado a mujeres convestidos sexys y cortos. Quizás pueda fingir ser sexy por una noche. Unmomento, esto me recuerda... 

—¿Se supone que el próximo fin de semana tendré que fingir que se trata deuna cita de verdad? ¿O tengo que fingir que voy allí como amiga?

 Avanzamos a toda velocidad y, aunque el túnel esté iluminado, en el cochehay mucha más oscuridad que hace unos minutos. Me mira, tiene la cara sumidaen la penumbra, pero advierto su mirada analítica. 

—¿Te pone nerviosa nuestra falsa cita? 

—¡No! —Puede que un poquitín—. Solo quería aclararlo porque no lo hasmencionado.

 —Es una cita falsa real —declara, parece un poco molesto. 

—Falsa real —repito—. Es muy confuso. 

—Solo finge que te gusto.

 —No me disgustas —replico amablemente—. Estás bien.

 Se pasa la lengua por el labio inferior y me mira de reojo. 

—¿Qué? Tan solo he admitido que no será demasiado difícil fingir que megustas. —Este chico me confunde un poco. 

—Genial —dice mientras ralentiza el coche al salir del túnel y nos dirigimoshacia un semáforo.

 —Mira, seguro que no estás acostumbrado a que las chicas finjan que lesgustas, pero esta falsa cita ha sido idea tuya, no mía. 

—Tienes razón. No estoy acostumbrado a que las mujeres finjan que lesgusto. —Sonríe con suficiencia. Ni siquiera me mira, tiene la atención puesta enla carretera, y me parece que sonríe para sí mismo. Gilipollas. 

No obstante... 

No obstante no puedo evitar pensar que se ha ganado esa sonrisita. Admitoque siento curiosidad. Aunque nunca vaya a pasar, mi imaginación no es igualde tímida que yo. Por lo que lo visualizo encima de mí, apoyándose en esosbrazos. Lo cierto es que tiene muy buenos brazos. Lleva un suéter de color azulmarino que se ha remangado hasta los codos en algún momento durante el viaje,de modo que he tenido tiempo de mirarlos de cerca, y sí. Porno de brazos.Seguro que no le cuesta nada abrir las tapas duras de los botes. O follar.Ninguna de las dos cosas. 

—¿Es nuestra primera cita? ¿La boda? ¿O llevamos tiempo saliendo? 

Asiente con lentitud, como si le pareciera bien que planee nuestra historia.

 —No es nuestra primera cita, pero es una relación nueva. ¿Qué te parece? 

—Vale, me va bien.Guardo silencio mientras Percy se desplaza por las calles de Manhattan.Parece que tiene un destino en mente y, aunque tengo curiosidad, no me importadejarme llevar. Es bastante agradable dejar que alguien tome el mando por undía. Nueva York tiene una energía especial, es divertido verla desde lacomodidad del coche. Filadelfia también es una ciudad enorme, pero nada quever con el caos de Manhattan. Filadelfia es más de mi estilo, pero será divertidopasar el día en Nueva York. 

El Chico de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora