Annabeth
Tengo muchas ganas de mirar. Nunca he visto a un tío correrse con su propiamano. En plan, pajearse para correrse delante de mí. Se la he cascado a alguno,claro, pero normalmente solo lo bastante como para que el tío quisiera ponerseun condón e introducirse en mí.
Nunca hasta el punto de conseguir ver cómo se corre. Verlo de verdad.La idea de Percy haciéndolo, tocándose mientras piensa en mí, me pone tancachonda y me deja tan mojada que me da la impresión de que debe de haberuna mancha de humedad debajo de mí, sobre la colcha. Y ni siquiera me hecorrido aún.
O sea que, madre mía, claro que quiero mirar. Además, tengo las manosatadas, por lo que todo recae sobre él. No siento presión de ningún tipo paraconseguir que disfrute. Esto no es más que voyerismo hedonístico puro y duro.
Vierte un poco de lubricante en su palma de una botella que tenía sobre lamesita de noche y se agarra sin perder el contacto visual conmigo. Luego semonta a horcajadas sobre mí en la cama, con sus rodillas rodeándome lascaderas mientras se echa hacia atrás para apoyarse encima de mí, entonces sesacude la polla con un tirón largo y resbaladizo. La cabeza desaparece cuando lamano llega a la cima y luego reaparece cuando la desliza hasta la base.
Bajo él, cruzo las piernas. Al principio, lo hago casi de forma involuntaria.Pero pronto estoy apretujando mis muslos uno contra el otro en un vano intentode restregarme sola mientras lo miro. Esto ha sido una idea horrible. Ojalátuviera las manos libres para poder tocarme mientras miro, porque esto es unatortura. No puedo tocarlo a él ni puedo tocarme a mí misma. La saliva se meacumula en la lengua y deseo poder tomarlo en mi boca ahora mismo. Trago yme lamo los labios, pensando en qué sabor tendría, en todo lo que tendría queabrir la boca para que cupiese.
Cierro los ojos un momento y escucho, porque el sonido de su pollalubricada deslizándose en su mano y su respiración entrecortada es una melodíaerótica que me gustaría memorizar para siempre. Pero no puedo apartar lamirada de él. De su polla. De su mano fuerte. De sus ojos, mirándome mientrasyo lo miro. De modo que me muerdo el labio y nuestras miradas se cruzan.
Entonces empieza a decir guarradas.
Me dice todo lo que desea hacer conmigo. Lo que desea hacerme.
Y ahora, decididamente, me retuerzo bajo su cuerpo, mis talones estánapoyados en la cama al tiempo que intento quitármelo de encima o hallar unpunto de contacto contra el que pueda frotarme.
Le suplico que termine. Que se corra encima de mí. Y no porque quiera quese dé prisa para que pueda encargarse de mí, sino porque es increíblemente sexymirarlo disfrutar. Los músculos de su brazo se flexionan mientras desliza lamano arriba y abajo. Sus caricias son mucho más rápidas de las que yo seríacapaz de proporcionarle si lo hiciera por él, más bruscas de lo que yo podríaofrecerle.
Me pone cachonda verlo a él cachondo.
Me siento poderosa y ni siquiera estoy haciendo nada, salvo observarlomientras está arrodillado encima de mí. Miro sus caderas doblarse mientras secorre. Lo oigo gruñir al aliviarse. Lo noto derramándose en mi pecho y veo laexpresión de sus ojos cuando sucede.
Porque lo hace mirándome. Pensando en mí. ¿Cómo no me iba a ponercachonda eso?
—Joder, Annabeth —jadea encima de mí, recuperando el aliento.
Suelto un gruñido grave desde la garganta y levanto mis manos atadas haciaél a modo de petición silenciosa. Necesito tocarlo.
—No te muevas —indica, mientras deja caer la pistolera al suelo, junto a lacama. Un momento después, vuelve con una toalla caliente, que cubre más pielde la necesaria. Traza largos y lentos círculos en mis senos y tira de mis pezonesa través de la toalla. Pero ya he tenido suficiente, necesito tocarlo. Me siento yacerco sus labios a los míos.
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El Chico de mi Vida
Fiksi PenggemarToc, toc. ¿Quién es? El chico de tu vida. Annabeth tiene veintidós años, es profesora y muy tímida. Cuando se pone nerviosa con un chico, cuenta chistes malos. Compulsivamente. Percy trabaja para el FBI y necesita que una chica se haga pasar por su...