Capítulo 16

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Annabeth

Cuando regresamos al hotel, agarro mi pijama y voy directa al baño. Porque,al parecer, tengo que ponerme el pijama antes de hacerlo. Pero ¿acaso vamos ahacerlo? Me pregunto qué hace él ahí fuera. ¿Cuánto tiempo llevo en el lavabo?Genial, ahora probablemente piense que tengo problemas de estómago, ademásde ser la líder oficial del Equipo de los Raros. Apoyo una palma contra mi frentede un golpe y me miro en el espejo del baño. «Sé normal, Annabeth. Lo tienescontrolado». 

Coloco una mano en el pomo de la puerta y respiro hondo. Luego bajo lamano. Percy tendrá unas expectativas más elevadas que aquellos universitarios.¿Y si pretende hacerlo en una posición extraña que desconozco y me pongo enevidencia yo sola? ¿Y si quiere que me ponga arriba? Probablemente me lasapañe. ¿Y si quiere metérmela por el culo? Bueno, en realidad puede que estéabierta a eso. Puede. Creo que estaría abierta a cualquier cosa que Percy quisierahacer conmigo, los dos juntos. Siempre es muy concienzudo conmigo, no creoque eso vaya a cambiar durante el sexo. 

Si es que hay sexo, claro. 

Está en la mesa, vestido aún y tecleando en su portátil. La chimenea estáencendida, pero sinceramente recuerdo si ya lo estaba cuando llegamos, demodo que no tengo ni idea de si ha sido él. Por suerte, las cortinas están cerradasy solo la lámpara del escritorio y la luz junto a la puerta están encendidas. 

De acuerdo, vamos allá. Carraspeo antes de hablar. 

—Podemos hacerlo fácil o divertido. 

—¿Qué significa eso exactamente? —Deja de teclear y me mira por encimadel portátil. El desconcierto mezclado con la diversión se refleja en susfacciones. 

—No tengo ni idea. Solo quería decir eso. 

Cierra el portátil y me mira fijamente, en silencio. 

—¿Cómo se llama un oso que cuenta chistes? —balbuceo. 

Niega con la cabeza en silencio y levanta una mano para indicarme que meacerque a él sin decir ni una palabra. Cuando me detengo a unos pasos de él, sepone en pie y salva la distancia entre nosotros. Se detiene cuando estamos cara acara. Me levanta la barbilla con un dedo, para que le mire a los ojos. Parece...parece que le gusto. De modo que va a suceder. Voy a tener relaciones sexualescon Percy. 

Y entonces empiezo a reírme. 

En mi defensa, es un momento realmente tenso. Es decir, no, no es tenso. Esserio. Y no sé lidiar con momentos serios. En el trabajo sí sé hacerlo.¿Reuniones de padres y profesores? No hay problema. ¿Resolver una disputaentre dos niños de segundo que no está fundamentada en la lógica? Pan comido.No me pongo nerviosa en el trabajo. Es mi profesión, estoy en mi salsa. Pero¿ahora? No tanto. 

No obstante, Percy me envuelve el trasero con las manos y me levanta, mispiernas lo rodean como si ya lo hubieran hecho cientos de veces, y dejo dereírme. La adrenalina toma el control y absorbe cualquier tipo de duda.Entonces, damos la vuelta y pone mi espalda contra la pared, sus labiosencuentran los míos mientras meto los dedos en su cabello y tiro de él. 

—¿Por qué tienes tanta paciencia conmigo? —pregunto. 

—Porque me gustas. 

—Ah —susurro—. Vale. 

—Quiero quitarte la ropa, Annabeth—murmura mientras me mordisquea ellóbulo de la oreja.Asiento. 

—Yo también. Yo también quiero —admito y bajo las manos al dobladillode mi camiseta y la levanto con esfuerzo debido al poco espacio que hay entrenosotros para pasarla por encima de mi cabeza. Cae en la moqueta con unzumbido casi inaudible—. Tú también. Quiero que te quites la camisa. —Tirode su jersey y se echa para atrás lo suficiente para quitarse la camiseta él mismo.Apoyo las palmas en su pecho y lo exploro, mientras las presiono contra supiel con firmeza al tiempo que las puntas de mis dedos la recorren condelicadeza. 

El Chico de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora