Tardecita

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AUTOR: #badinlife99
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Kara amaba ver a Lena dormir.

Sí, puede que suene raro, pero en serio era uno de sus pasatiempos favoritos. La primera vez que sucedió, casi no podía creerlo.

Llevaban un par de meses de amistad y Lena estaba pasando por un periodo estresante en L-Corp así que Kara la había invitado a una noche de películas para que se distrajera un poco. Iban en la mitad de Mulán cuando un peso sobre su hombro llamó su atención. Era la cabeza de Lena. Lena quién estaba profundamente dormida, según lo que Kara pudo apreciar.

La superheroína se quedó fascinada observándola y se obligó a no mover ni un solo músculo. Sabía cuánto le costaba a Lena conciliar el sueño y no iba a ser ella quién la privara de algunas horas extras de descanso. De ahí en adelante, la rutina de Lena durmiendo cerca de Kara pareció intensificarse.

Casi parecía que solo con ella la pelinegra se sentía lo suficientemente descansada y protegida para permitirse perderse en el mundo de los sueños sin mayor remordimiento. Kara, por su parte, no podía estar más feliz por aquello.

Con el pasar de los años y el tiempo, Kara pudo vislumbrar muchas versiones de Lena durmiendo: Lena con resaca, Lena resfriada, Lena agotada luego de salvar el mundo, Lena durmiendo una siesta luego de comer mucho postre, Lena conectada a máquinas en la DEO que le permitieran mejorar y recuperar fuerzas…y tantas otras. Pero su manera favorita, por lejos, era la imagen que tenía frente a sus ojos en ese preciso momento.

Lena, con su enorme barriga de embarazada, durmiendo plácidamente en la cama que ambas compartían mientras que los últimos rayos del sol se colaban por la ventana bañando todo su cuerpo y le daban un aspecto casi mágico.

Kara amaba a esa mujer con todas sus fuerzas y ver cómo su cuerpo ha ido cambiando durante el embarazo de la hija de ambas era uno de los privilegios más bonitos que había tenido la suerte de experimentar.

Entrado el último trimestre, las hormonas de Lena continuaron alborotándose y por consecuencia, pasó muchísimo tiempo durmiendo. No era de extrañarse, ya que en su vientre se estaba formando una pequeña que era mitad kriptoniana, así que cualquier cansancio que pudiera haber experimentado en un embarazo “normal” se vio multiplicado por diez.

Las primeras veces que sucedió, Lena se molestó porque sintió que las siestas largas eran una pérdida de tiempo y que acortaban mucho su día cuando podría estar usando esas horas para estar con Kara, con su familia o trabajando (cuando aun lo hacía, claro) . Kara solo la miró quejarse con una sonrisa y luego reía bajito cuando Lena empezaba a bostezar y a restregar sus ojos antes de rendirse y pedirle a Kara que la llevara a la habitación y se tendiera un rato a su lado.

Pasados ​​unos meses, Lena dejó de quejarse. Ni siquiera ella pudo encontrar un argumento lo suficientemente válido para evitar pegarse una siestecita cuando Lori le había consumido la mayor parte de sus energías diarias. Kara la miró con una sonrisa boba en la cara cada vez que la pelinegra se despedía de quién fuera que la acompañara y se excusara para retirarse a su habitación a dormir un rato.

Volviendo al presente, Kara continuó observando a Lena dormir relajadamente con una mano protectora sobre su enorme barriga. Estaba usando una gran camiseta que le llegaba a medio muslo y nada más que su ropa interior hacia abajo. Kara sabía lo mucho que le molestaban los pantalones en esos días, así que solo ensanchó su sonrisa al verla disfrutar como se debe de su siesta.

Al notar que estaba comenzando a helar un poco, Kara se acercó a tomar la mantita que siempre apareción a los pies de la cama y se la arrojaron encima a su novia, cubriéndola hasta la cintura. Luego, haciendo uso de su supervelocidad, se cambió el conjunto que llevó ese día al trabajo por algo más cómodo y reapareció al lado de Lena, subiéndose con cuidado a la cama para no perturbar su sueño.

Una vez acomodada abrazando desde atrás a su novia y luego de darle un pequeño beso en el hombro y cuello que hizo que la pelinegra se acomodara mejor entre sus brazos y suspirara relajándose todavía más, dejó que su palma acariciara con suavidad el vientre donde se encontraba creciendo su hija, y sonrió cuando la sintió moverse un poco bajo su tacto. Lori siempre sabía cuando ella estaba cerca.

Normalmente, Kara estaría llenando de besos todo el espacio de la barriga de Lena o susurrando palabras de cariño a Lori a penas cruzara la puerta después del trabajo, pero como la pequeña tendía a ponerse hiperactiva cuando aquello pasaba y la kriptoniana no quería perturbar el sueño de su novia, hoy solo se limitó a suaves caricias. Cuando despertaran de la siesta podría entretenerse hablándole a Lori y escuchando las -falsas- quejas de Lena sobre que era una pésima influencia para su hija.

Por ahora solo quería descansar un rato, sabiendo que las dos chicas que más amaba en el universo estaban ahí, seguras entre sus brazos.




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