Lestrade miraba el techo con aire despreocupado. Mycroft dormía plácidamente acomodado en su pecho, respirando con calma. Era una sensación increíble. Había encontrado su lugar, su rincón lleno de alegría, donde definitivamente pertenecía.
Si bien a su lado tenía a uno de los hombres más importantes del mundo, para él era simplemente Mycroft. El mayor de los Holmes era peculiar, sin lugar a dudas. Pero Gregory podía ver más allá de los trajes de tres piezas y las sonrisas diplomáticas; él podía encontrar al solazado Mycroft de pantalones de lycra corriendo sobre una cinta al ritmo de la música pop, o al desestructurado Mycroft en pijamas que disfrutaba de las películas de acción enredado entre sus brazos. Cada día se sorprendía más de lo multifacético que podía ser su compañero.
Al principio, le costaba asimilar que se sentía atraído por un hombre. Su separación lo había dejado en la ruina y no podía pensar en relacionarse con nadie más por el resto de su existencia.
Y justo el día en el cual le llegó la confirmación de divorcio, Mycroft Holmes irrumpió en su vida. Llegó a su oficina demandando privilegios para su hermano menor, una verdadera molestia. Recordó la cantidad de improperios que le lanzó y se sintió fatal. Mientras él descargaba su ira, Mycroft sólo lo observaba con la cabeza levemente inclinada hacia la derecha y una pequeña sonrisa en los labios.
Afortunadamente, Lestrade comprendió días después que había actuado como un verdadero idiota e intentó reivindicarse con Mycroft invitándolo un café.
Desde ese momento, el detective inspector se percató del encanto del gobierno británico. Sus encuentros se hicieron cada vez más frecuentes, y Lestrade tenía que contenerse para no llamar a Mycroft cada cinco minutos. Con el correr de los meses, pudo soltarse y aceptar sus sentimientos, aunque eso le llevó muchísimas noches de desvelo y lágrimas.
Comenzaron su curiosa relación una noche de lluvia, cuando Lestrade abandonaba el edificio del New Scotland Yard con todo el cansancio del mundo sobre sus hombros. Mycroft apareció de la nada, cubriéndolo con su inseparable paraguas e invitándole una cerveza. La noche terminó con la inminente pareja entrelazada en el sofá del detective inspector, con un elevado nivel de alcohol en sangre e incontables marcas en la piel.
- ¿En qué piensas?
La voz de Mycroft le hizo perder el hilo de su recuerdo. Sonrió y lo abrazó por los hombros.
- En el día en el cual me confesaste tu interés
- Te has convertido en un romántico, Gregory
Soltó una risa desabrida, áspera. Holmes y las ironías.
- ¿Desayuno?
- Pastel
- ¿Por qué tienes que irte tanto tiempo, Mycroft?
- Alguien tiene que hacer el trabajo sucio
El detective inspector no estaba de acuerdo, pero tampoco podía quejarse. Era la regla de oro para salir con Mycroft Holmes: nunca competir con el trabajo.
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All Of Me
FanfictionNo todo es misterio y crímenes difíciles de resolver en el 221B de la calle Baker Street. Algo más está naciendo dentro de esas paredes. Algo completamente incontenible. CONTIENE: Johnlock & Mystrade, para todas las fanáticas del slash. Foto de port...