Cause I can tell that we are going to be friends

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Cuando Gregory Lestrade acudió a la casa de su amigo John Watson para pedirle que fuera el padrino de su boda, sabía que contaba con un tajante "NO" como respuesta asegurada. El doctor era un amigo incondicional, pero si los Holmes estaban de por medio, era definitivamente otro cantar.
Sherlock sería el padrino de Mycroft y eso no se discutía. La pareja había tenido un ardiente debate respecto al tema. Lestrade no perdonaba la ausencia del menor de los hermanos Holmes ni la mentira que ambos urdieron por tanto tiempo; así como tampoco podía entender cómo el Detective Consultor tenía el valor de continuar alegando que lo hizo por amor.

¿Puede uno destruir a la persona que ama? Sí.
Él lo había comprobado de la peor manera posible. Porque Mycroft lo destruyó todo con sus miedos y sus mentiras.
Pero quizás el amor pudiera sanarlos. A ambos.

Golpeó la puerta con manos temblorosas. Al cabo de segundos, el rubio apareció con su destellante sonrisa.
- Greg
- John –replicó, devolviendo la mueca- ¿Puedo pasar?
- Como en tu casa

El Detective Inspector se sentó en la sala mientras su amigo buscaba una cerveza. Tras observarlo por unos segundos y notar su nerviosismo, comprendió el por qué de la presencia del hombre de cabellos plateados.
- Oh, no puedes hablar en serio
- Eres mi amigo, y sabes todo lo que he atravesado por él
- Greg, no quiero cruzarme con Sherlock
- ¿Pensabas faltar a mi boda, John?

El rubio parpadeó repetidamente.

- No puedo volver a verlo, no puedo volver a caer en sus redes –suspiró- Sabes que él es lo más importante en mi vida...
- John, no soy nadie para involucrarme, pero tienes que comprender que él seguramente tuvo un motivo – carraspeó- Es extraño que te lo diga, pero los Holmes no hacen las cosas al azar
- Mycroft te ha pedido que me convenzas
- My no influye en mi de ésa manera, ni siquiera sabe que quiero nombrarte mi padrino

John simplemente sonrió, y Greg tuvo su respuesta. Claro que estaría ahí, en el día más importante de la vida de su amigo. Más aún por las lágrimas que habían compartido en los momentos de soledad y dolor.
- ¿My?
- Oh, cállate –bufó el mayor, sonrojándose- Idiota

Tras una sonora carcajada, el silencio volví areinar. Bebieron sabiendo que más allá de los viejos rencores, el tiempo puedereescribirse. Y que todo estaba por cambiar.

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