If it's love, there ain't no in-between

1K 140 25
                                    

Mycroft estaba listo para que Greg conociera su hogar, al fin. Hacía varios meses que mantenían una especie de relación, aunque él no quería que fuera exclusivamente sexual.

Sentía cosas por el detective inspector que nunca había sentido antes. Y eso era lo más frustrante. Él siempre se había negado a las relaciones humanas. La gente lo enfermaba. Ver como las sonrisas falsas y las palabras aduladoras abrían tantas puertas le molestaba. Todo estaba en decir lo que el otro quería escuchar, así de simple era.

Pero Gregory Lestrade no era como todos los demás. Él no era complaciente, en absoluto. Era un hombre de pocas palabras y convicciones firmes, acompañadas por un extraño sentido del humor y una sonrisa con el poder de derretir el Polo Sur. Justamente lo que Mycroft Holmes estaba buscando, sin buscar realmente. Las relaciones humanas debilitaban la mente, convertían a la persona en un ente dependiente, fácil de manipular. Todos tenemos un punto de presión, alguien por quien daríamos la vida en caso de ser necesario. Y para Mycroft, Greg se había convertido, lamentablemente, en ese punto de presión.

El viaje a Kensington Palace Gardens transcurrió en silencio. Mycroft podía deducir que Lestrade estaba nervioso, pero no reconocía el motivo. Cuando llegaron al edificio, el DI soltó un silbido. Holmes esbozó una pequeña sonrisa. Él lo desarmaba completamente. No necesitaba fingir cuando estaban juntos.

Agradecía eternamente a Sherlock por haberlos presentado, aunque su primer encuentro no resultó de la mejor manera posible. Demasiados gritos y provocaciones.

Ingresaron al oscuro salón. Mycroft, con algo de nerviosismo, encendió una tenue luz y colgó sus llaves, su abrigo y su paraguas con delicadeza. Lestrade carraspeó, incómodo.

- Siéntete en tu casa, Gregory

- Gracias, supongo

- ¿Te apetece una cerveza?

Lestrade lo observó mientras se quitaba el saco. Con una pequeña sonrisa, le indicó que sí. Se sentó en el mullido sillón de la sala de estar, observando la nada. Mycroft Holmes lo complementaba de una manera inesperada y satisfactoria. Quería llevar todo al siguiente nivel, pero temía que la respuesta del Gobierno Británico fuera negativa. Al fin y al cabo, Mycroft siempre obtenía todo lo que quería. Y Greg no estaba seguro de ser el adecuado para aquél extraño sujeto, obseso del control, increíblemente pulcro y organizado.

Una botella de cerveza levitaba sobre él. La tomó y agradeció en un susurro. Mycroft se había arremangado la camisa y quitado el chaleco para luego recostarse con la cabeza apoyada en el regazo de Lestrade. Una vista inusual y casual del mayor de los Holmes.

- ¿Gregory?

- ¿Mycroft?

- Creo que es hora de que tengas una llave de mi casa - susurró - O de que definitivamente te mudes a ella

El detective inspector sólo pudo atragantarse con su bebida.

All Of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora