I'm all for you, body and soul

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Sherlock capturó el labio inferior de John. Cerró sus ojos, permitiéndose ceder su alma al momento. Nunca en su vida había probado algo tan delicioso y provocador. La adrenalina le llenaba el cuerpo. Con su mano derecha, recorrió el cabello de John, subiendo por su nuca, entrelazándolo con sus dedos; con la izquierda lo atrajo hacia él, apretándolo con necesidad. John correspondió con timidez, rodeándolo con ambos brazos alrededor de la cintura. Lentamente profundizó el beso, jugando delicadamente con su lengua.

El detective se estremeció hasta lo más profundo de su ser. Tanto tiempo se había negado a lo maravilloso, tantas noches en vela meditando sobre la cuestión del amor, su enfermiza soledad y el dolor que soñar con John ocasionaba en su pecho. Ahora flotaba en tiempo y espacio, con la imagen de su rubia debilidad frente a él, cerrando los ojos y entregándose a su afecto.

Un carraspeo los hizo separarse inmediatamente. Ambos voltearon con incomodidad.

- Veo que mi pequeño hermano ha salido del cascarón

Mycroft sonreía de lado. La pareja se separó unos pasos.

- Oh, por favor, continúen - rió - No quería incomodarlos

- ¿Qué quieres, Mycroft?

- Por mucho que te cueste creerlo, mi querido Sherlock, no eres la persona más importante del mundo y no estaba buscándote

- No creo en las casualidades

- Simplemente estaba haciendo las compras

- ¿Mycroft Holmes haciendo las compras? ¿No tienes alguien que lo haga por ti?

El Inspector Lestrade apareció instantáneamente. Se sonrojó al encontrar semejante escena. Mientras John abría la boca en un gesto de incredulidad, Sherlock sonrió, divertido.

- Es bueno ver que tú también te diviertes, Myc

- El Gobierno Británico merece un descanso, después de todo - susurró

Los cuatro hombres se observaron en silencio. El detective consultor lanzó una pequeña carcajada mientras volvía a entrelazar sus dedos con los de Watson, bajo la atenta mirada de su hermano. Lestrade les sonrió con timidez.

- ¿Qué dirán nuestros padres, Mycroft?

- Quedarán completamente horrorizados

El hombre sonrió y estiró su mano derecha. Sherlock la estrechó con determinación. La relación entre los hermanos nunca había sido fácil, y esto era una especie de tregua. Ambos habían encontrado alguien por quién convertirse en una persona mejor, sin tantos complejos ni retorcidas respuestas. Tan sólo un poco de amor, eso era lo único que los Holmes necesitaban para madurar.

- Quizás podríamos cenar, algún día

- Quizás

Sherlock fijó sus ojos en John por un segundo y luego se echó a caminar, sin pensar siquiera en soltarlo.

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