Trece ⟨Pecado capital⟩

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NARRADOR

Primer sábado


Nanon estaba sentado bajo el mismo árbol de siempre, tenía un libro abierto, pero no leía realmente, estaba ocupado concentrado en la música de sus auriculares, no era una canción moderna, él tenía 'primavera' de las cuatro estaciones de vivaldi sonando, cada nota la sentí como un cálido abrazo, a veces no entendía porque las personas no caían ante la belleza de la música, miro a todos los chicos en el patio, le parecía injusto que ninguno estaba escuchando o haciendo música, pero tampoco le gustaba juzgar, solo era un mundo irónico, él esperaba, que las cosas más bellas, a veces denominadas ''divinas'' se escondían en acciones tan ambiguas como triviales, detrás de silbar una melodía, detrás del cantar de las aves, detrás de simplemente escuchar el sonido de las ramas de los árboles crujir con el golpe del viento.

Levantó su cabeza hacia el cielo, respiro profundo, y se sumió en la melodía que escuchaba, imaginar que podía aprender a crear una sinfonía tan perfecta, eso encendía su alma de algún modo, quería que fuera de noche, no podía esperar

Tenía que ir por las llaves, pero de eso se preocuparía más tarde, aun había tiempo, en cualquier momento ya juzgaría por la quietud, Chimon llegaría para empujarlo a fumar un cigarrillo en su lugar de siempre, mientras esperaban que Perth saliera de su club de ajedrez

Justo en ese momento, algo a lo lejos llamó su atención, vio un grupo de clérigos con sotanas blancas, entrando en fila por las puertas del enorme patio principal, todos portaban una biblia forrada en cuero, él no podía reconocer a muchos de ellos, pero si al padre Ward, el padre Duan y bueno, a Ohm.

Nanon no estaba lo suficientemente cerca para escuchar de que hablaban pero si como para ver sus bocas moviéndose, todos en dirección a la cafetería, había tres hombres con ellos, que no portaban sotana o algún indicio de pertenecer al clero, con ellos, venía una chica con habito de monja, Ohm caminó a su lado, al parecer solo escuchando lo que la chica decía, pues sus labios permanecieron fuertemente cerrados, se perdieron entre los pasillos al dar vuelta y entraron a la cafetería, seguro se consiguió de alguna junta, él solo alzó los hombros y abrió su libro de nuevo.


[...]


— Bienvenidos, tomen asiento por favor — el padre Duan se sentó en la larga mesa de madera, era una más grande que la mesa usual, la habían puesto ahí especialmente para esa reunión.

Había un consejo, un consejo de escuelas, cuatro parroquias principales, Santa Lucia, Santa Teresa, San Jerónimo y San Javier, todas con sus propios colegios internos, pertenecían a la misma región, aunque bastante separadas las unas de las otras, todas eran de varones, excepto por Santa Teresa, que enviaba tan solo a una representante mujer de vez en cuando, las reuniones eran algo simple, solos se discutían asuntos sobre el alumnado y sobre la iglesia, algo parecido a un consejo estudiantil normal, solo que con un enfoque espiritual mayor, la sede cambiaba cada año, este año San Javier era el lugar, se quedaban sábado, domingo y la mañana del lunes, era más una tradición que algo netamente necesario.

Era la primera vez de Ohm en esta reunión, no estaba seguro de que debía hacer o que era lo que pasaría, pero no quería causar una mala impresión

— Hijo — dijo el padre Duan mirando directamente hacia él — Da las gracias para que podamos comenzar el almuerzo.

Ohm se puso nervioso, no entendía el porqué, si el daba la bendición a los alimentos cada tarde, por alguna razón la mirada de algunos de los curas, le resultó intimidante

La sinfonía de lo divino  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora