Diecisiete ⟨Juicios finales⟩

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NARRADOR

Segundo sábado.

Ese día, desde temprano, la llovizna no cesaba, no era fuerte, pero tampoco había indicios de que parara pronto, debido al problema con el agua que había entrado en los salones, Perth no tuvo reunión del club de ajedrez y algunas otras actividades extra fueron suspendidas.

Nanon, Chimon y Perth estaban en la cafetería, en una de las mesas largas, cada uno tenía un sándwich de jamón y queso partido a la mitad en un pequeño plato y una taza de café, Perth intentaba enseñarles a jugar ajedrez.

Su tablero de madera desdoblado en medio de la mesa, Perth sentado solo, de un lado y Nanon y Chimon del otro lado.

Todos vestían sudaderas que les quedaban bastante grandes y de hecho los tres tenían puestos sus pantalones de pijama de franela, Chimon hasta tenía una bufanda amarilla alrededor de su cuello y Perth sus pantuflas negras, Nanon si tenía puestos unos cómodos vans rojos.

— Entonces, si hago esto... — Nanon hablaba con un pequeño bocado de su sándwich en la boca, aun masticaba y hacia ruiditos, movía la pieza del alfil, su color era el blanco.

— No hables con la boca llena — dijo Chimon — Es asqueroso.

Nanon tragó el bocado.

— Perdón mamá — el enfatizo la última palabra.

— No, te dije que el alfil solo se mueve en diagonal — Perth estaba un poco impaciente, pues les había repetido las formas de movimiento muchas veces.

— Me rindo.

— No seas un berrinchudo Nanon.

— Creo que el ajedrez no es lo mío, me quedo con el piano.

— Bien, es turno de Chimon entonces.

Chimon tenía su taza de café espumoso y le dio un sorbo muy largo, la espuma de la crema le formo unos bigotes blancos.

— A mí no me veas, sabes que no me tienes paciencia.

Perth suspiró.

— Bueno, tenía una buena intención con ustedes.

— Y hablando de intensión... — comenzó Chimon — No creo que quieras que te acompañemos en la noche, ¿o sí? — habló dirigiéndose a Nanon.

— ¿Qué tiene que ver con las 'intensiones'? — pregunto Nanon.

— No es nuestra intensión estorbar.

— Ustedes no estorban, pero si no quieren ir, no los obligo.

— ¿Estarás bien yendo solo? — Perth le preguntó.

— No deben cuidarme tanto, estaré bien.

— Ohm estaba muy raro ayer, mira, si algo no te parece, nos escribes un mensaje ¿bien? — Perth estaba hablando completamente en serio.

— Lo prometo si eso los hace estar tranquilos, pero nada va a pasar.

— Esperen — Chimon ya había terminado su taza de café-no me quiero quedar solo en la noche.

— Chimon — Perth lo regañó — Antes de que Nanon llegara tu siempre estabas solo en las noches.

— Pero ya me acostumbré, no quiero quedarme solo.

— Yo puedo quedarme contigo, cállate.

— Bien — Chimon sonrió — Que fácil eres.

— Que molesto eres.

— ¿Cuándo es la boda? — Nanon solo los veía divertido, los dos le sacaron la lengua al mismo tiempo.

— Hablando de lo raro que... Ohm estaba — comenzó Nanon — ¿Qué creen que le pase?

La sinfonía de lo divino  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora