Treinta y nueve ⟨Infierno⟩

155 31 67
                                    

• FINAL 

PARTE 1

NARRADOR


Lunes.


Ohm abrió los ojos con la luz de la mañana, la cual después de darse cuenta era de hecho muy tenue, el sol había salido pero así de rápido como mostró su luminoso rostro, fue cubierto por espesos nubarrones grises que empañaban la estampa de aquel día

El pelinegro se levantó de su cama para abrir la ventana y asomar su cabeza, el viento helado golpeo su cara, algunas pequeñas gotas de agua aterrizaron en su nariz y su frente, el clima estaba cubierto de una sensación de melancolía, solo tonos grises la poca luz que escapaba por entre las nubes, se encontraba un poco perdido pensando en las cosas que habían pasado el domingo en la noche, cada vez que recordaba haber hecho ese juramento con Nanon, soñaba despierto sobre cómo sería el salir de este lugar junto a él.

Estaba tan ensoñado que no supo cuánto tiempo se quedó fantaseando despierto, con sus ojos en el cielo y recargado en su mano que apoyaba en la ventana, suspirando.

Miró el reloj sobre la mesita de noche y si no se daba prisa llegaría tarde a las oraciones matinales o lo que era peor, su... Amado padre se atrasaría si no iba a ayudarlo pronto, en realidad ya no quería llamarlo así, al menos no sentía que fuera cómodo, pero frente al cura aún tenía que hacerlo.

Entró a la ducha lo más rápido que pudo, se puso su sotana y arregló sus húmedos cabellos, y por arreglarlos por supuesto que quiere decir que solo los sacudió un poco, tomó su biblia de la mesita y salió de su habitación para tocar la puerta de la del padre Duan.

— Amado padre... ¿Ya está despierto? — Ohm llamó al cura.

— Si hijo... Súbeme el té ahora.

Ohm hizo lo que le fue pedido y bajó a preparar el té de jengibre, dejando su biblia en la mesita de la cocina, subió el té en una bandeja como siempre lo hacía junto con algunas galletas.

Al entrar en la habitación el padre se encontraba poniéndose su sotana de color blanco.

— Buenos días Ohm.

— Buenos días amado padre — el pelinegro dejó la bandeja en la mesa de noche del cura y después de decir 'con permiso' se dirigió a la puerta para salir.

Pero el padre Duan lo llamó deteniéndolo, se detuvo frente a él y acarició su mejilla.

— ¿Por qué siento que tratas de evitarme? Es que ¿ya no me quieres más?

Ohm comenzó a temblar, miraba hacia algún punto de la pared tratando de no mirar a los ojos al cura.

— Yo... Si lo hago, ¿Por qué me dice eso?

— ¿Vas a firmar hoy?, Necesito que lo hagas para poder irnos...

— N-no lo sé.

— Claro que lo sabes Ohm, tu futuro está allá... Conmigo.

— No quiero irme — Ohm pronunció aquello en voz muy baja, en realidad quisiera haberlo dicho un poco más alto, pero no pudo, no quería y no podía irse, lo había jurado, solo saldría de aquí con Nanon, quería estar con él, y si había cosas sobre el mundo que aun debía aprender, quería que fuera él quien se las enseñara.

El padre suspiró en frustración.

— Vámonos ya, llegaremos tarde — dijo simplemente apartándose del pelinegro y saliendo del cuarto.

La sinfonía de lo divino  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora