Veintiocho ⟨En cuerpo y alma⟩

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NARRADOR

— Siempre que quieras... — le dijo, y acercó sus labios a los del pelinegro, en una caricia de labios húmedos, donde probaron el aliento del otro.

En esa habitación, no había miedos... Solo libertad.

Sus labios encajaban como las piezas perfectas de un rompecabezas, ellos no los movían, solo estaban ahí, respirando en su cercanía, alientos cálidos, empapando los labios y la barbilla del otro

Ohm trató de comparar, como siempre estaba haciendo antes, antes de saber quién era, pero aquello no tenía punto de comparación...

Porque su estómago era un lío de cosquilleos, y comenzaba a sentir algo semejante nacer en su entrepierna, y fue entonces que tuvo un recuerdo, de la vez que veía aquel vídeo, en esa misma cama, y sintió un calor familiar, muy similar al que experimentaba ahora

Recordó haberse movido sobre su colchón, y ahora que recordaba, Hana se había movido sobre él aquella vez... Y él solo quería saber... Si tal vez...

— ¿Podrías moverte? — le dijo a Nanon, después de despegar sus labios, su voz temblaba y su respiración era pesada como la presión en su corazón que bombeaba con fuerza, casi saliendo de su pecho

— ¿Qué me mueva? — por un segundo, Nanon pensó que Ohm quería que se quitase de encima, y con la poca comprensión que el alcohol le permitía, el chico se movió para bajarse de él.

Pero apenas sintió el propósito de sus movimientos... Ohm lo detuvo, sosteniéndolo con fuerza de la cintura.

— No...— le dijo apresurado — No te bajes... — sus ojos conectaron de nuevo, cuando Nanon miró hacia abajo.

Los ojos de Ohm en un tono suplicante

— Yo... — comenzó a hablar el pelinegro, y presionó las yemas de sus dedos con fuerza en la cintura de Nanon — Me refería... A algo como esto...

Entonces, Ohm movió las caderas de Nanon haciendo un movimiento circular, una palpitación latió en su entrepierna y lo hizo soltar un sonido desde lo más profundo de su garganta, no entendía que era ''eso'', pero quería sentirlo de nuevo.

— ¿Puedes hacerlo así? — le preguntó a Nanon con poco aliento, pero siempre con tono amable, nunca demandante.

Nanon creía que en definitiva podría hacerlo.

— Si quieres que me detenga... Puedes decírmelo — puso ambas manos en los hombros de Ohm.

El pelinegro asintió, cerrando sus ojos, y aflojando su agarre en la cintura de Nanon.

Nanon comenzó a mover su cadera, formando círculos, casi no podía controlar su respiración, y a medida que sus movimientos iban siendo más marcados, Ohm apretaba sus ojos, cerrándolos con fuerza.

Escalofríos subían por su espina, pero se volvían cálidos en algún lugar de su espalda, y era una grandiosa sensación.

— Se... Se siente bien — Ohm dijo por lo bajo, quería que el chico sobre él supiera que eso le estaba haciendo bien.

— Está bien, estás bien... — le decía el chico sobre él, ahora moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, y después movió sus manos de los hombros hacia el cabello alborotado de Ohm.

Apretando con fuerza sus cabellos, y sintiendo que no podría aguantar más sin necesitar un poco de aire

El colchón sonaba un poco, y Nanon había comenzado a casi saltar sobre el regazo de Ohm, sus pantalones de pijama quemando en su sudorosa piel.

La sinfonía de lo divino  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora