capitulo 1(3)

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Un cuarto de siglo antes. Seward acerco el mismo reloj a la luz para leer mejor la inscripcion. "Oceanos de amor, lucy"
Ella estaba ahi. Viva.
~No te gusta~ dijo haciendo un mohin.
El no pudo apartar la mirada de sus ojos verdes, suaves como un prado estiva. Lucy tenia la extraña mania de mirar a la boca de su interlocutor como si tratara de saborear la siguiente palabra antes de que pasara por los labios de este. Tales eran sus ansias de vivir. Su sonrisa podia dar calor al mas gelido de los corazones. Cuando ella se sento en el banco del jardin en ese dia primaveral, Seward se maravillo de como la luz del sol iluminaba los mechones sueltos y rojizos que danzan en la brisa, formando un halo en torno a su rostro. El aroma de la lilas frescas se mezclaba con el aire salado del mar en el puerto de Whitby. En los ańos transcurridos desde entonces siempre que seward olia a lilas recordaba ese dia hermoso y amargo.
~Solo puedo concluir~ dijo seward, que se aclaro la garganta antes que su voz pudiera quebrarse~ puesto que has inscrito 《mi querido amigo》en lugar de 《prometido》que has decidido no aceptar mi proposicion de matrimonio.
Lucy aparto la mirada, con los ojos humedos. El silencio era elocuente.
~pensaba que seria mejor que te enteraras por mi~dijo finalmente con un suspiro~ he accedido a casarme con Arthur.
Arthur era amigo de jack seward desde que eran muchacho. Seward lo queria como a un hermano aunque siempre habia envidiado lo facil que le resultaba todo a Art. Era atractivo y rico y jamas en su vida habia conocido las preocupaciones ni las penurias y nunca le habrian roto el corazon.
~Ya veo~ La vos de seward sono como un chillido en sus propios oidos.
~Te quiero~ susurro Lucy~ pero....
~Pero no tanto como quieres a Arthur.
Por supuesto el no podia competir con el rico Arthur Holmwood ni era tan atractivo como el otro3 pretendiente de Lucy, el tejano Quincey P. Morris.
~Perdoname~ continuo seward en un tono mas suave, temiendo de repente haberla herido~ He olvidado el lugar que me corresponde.
Lucy se le acerco y le dio un golpecito en la mano, como sibse tratara de su animal de compańia preferido.
~Siempre estare aqui.
De nuevo en el presente, seward se desperto de su sueño. Si al menos pudiera ver la belleza en los ojos de lucy~ la ultima vez que habia mirado en ellos, aquella terrible noche en el mausoleo, no habia visto nada mas que dolor y tormento. El recuerdo de los gritos agonizantes de lucy todavia le atormentaba.
Al bajar del tren, seward camino bajo un torrencial aguacero por el laberinto de edificios blancos de Marsella y maldijo su suerte por llegar en uno de sus raros dias de lluvia.
Subio penosamente una cuesta, mirando ocasionalmente atras para ver fort saint jean, que se alzaba como un centinela de piedra en el puerto añil. Luego se volvio para examinar la ciudad provenzal, fundad 2.500 años atras. Se habian encontrado restos de los colonizadores griegos y romanos de la ciudad en sus arrondissements medievales de estilo parisino. Seward lamento hallarse en ese pintoresco remanso de paz con un proposito tan siniestro. Sin embargo, no seria la primera vez que la malevolencia habia dejado sentir su presencia alli; en los ultimos dos siglos la ciudad costera habia sido asolada por la peste ynlos piratas.
Seward se detuvo. Ante el se alzaba una tipica villa mediterranea de dos plantas con grandes postigos de madera y barrotes de hierros forjado en las ventanas. La luna invernal que asomaba entre las nubes de lluvia proyectaba un brillo espectral sobre las tradicionales paredes blancas. Las tejas de arcilla roja le recordaron algunas de las viejas casas españolas que habia visto cuando habia visitado en texas a quincey p morris, hacia ya muchos años. La atmosfera era decididamente premonitoria, incluso inhospita, para una ampulosa villa de la riviera francesa. Tenia un aspecto completamente carente de vida. Seward sintio que se le caia el alma a los pies al pensar que podia haber llegado demasiado tarde. Volvio a leer la direccion. Correcto.
De repente oyo la estruendosa aproximacion de un coche de caballos que retumbaba en los adoquines. Se agacho en un viñedo situado al otro lado del edificio. No habia uvas en las ramas empapadas y retorcidas. Un carruaje negro con molduras de oro subia por la colina, tirado por dos refulgentes yeguas negras. Los animales se detuvieron sin recibir ninguna orden.
Seward levanto la mirada y para su sorpresa vio que no habia cochero. ¿como era posible?
Una figura robusta bajo del carro. Las yeguas se mordisquearon la una a la otra y relincharon con los cuellos arqueados. Luego, otra vez para asombro de seward, echaron a trotar con paso perfecto, sin cochero que las dirigiera. La figura alzo un baston con una mano aguantada en negro y hurgo en el bolsillo en busca de una llave, pero se detuvo de repente al darse cuenta de algo.
MALDICION, murmuro seward.
La persona que estaba ante la puerta ladeo la cabeza, casi comonsi hubiera oido la voz de seward a traves de la lluvia y se volvio lentamente hacia el viñedo. Seward tenia los nervios a flor de piel y sintio una oleada de panico pero logro contener la respiracion. La mano enguantada sujeto el borde del sombrero de fieltro. Seward ahogo un grito cuando al retirar el sombrero aparecio una sensual melena de cabello negro que caia sobre los hombros de la figura.
La cabeza le daba vueltas ¡ES ELLA!. el benefactor estaba en lo cierto.
La condesa Erzsebet Bathory se alzaba en el umbral de la villa, con un aspecto exactamente igual al del retrato pintado hacia mas de trescientos años.

dracula el no muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora