Capítulo 5

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/LA CELEBRACIÓN/

Poppy

—¿Ah? —levanté la mirada y vi a mi jefe frente a mí, observándome con atención. Recordé su pregunta y rápidamente me apresuré a responder negando con la cabeza—: No, claro que no.

Al sentir su silencio asentí levemente con la cabeza.

—Ujum.

—Bueno, pues me pareció escuchar algo.

—De pronto escuchó mal.

—¿Usted cree? —se inclinó un poco hacia mí.

Su imprevista cercanía me había puesto algo nerviosa, y no lograba comprender el porqué. Dios, si solo era mi jefe. ¡Mi jefe!

¡MI MALDITO JEFE!

Ojeé a mi alrededor y confirmé que todos estaban tan sumidos en lo suyo que no se habían dado siquiera cuenta que había llegado Nicholas.

—¿Señor Kuesel? —preguntó alguien después de unos segundos—. ¿Ha venido?

«No, idiota, se ha quedado en casa, ¿qué no ves que es su espíritu santo el que esta acá?»

Todos giraron instantáneamente la mirada hacia Nicholas, quien rápidamente se puso recto y se aclaró la garganta de manera sonora, tratando de disimular lo demasiado cerca que había estado de mí. Se le habían quedado viendo, extrañados, pues no era normal verlo en tipo de celebraciones como estas, las cuales solían hacer con constancia en la empresa, y, a las cuales, yo me solía negar en asistir.

Nicholas se sentó a mi lado. Tal vez no se dio cuenta, pero su hombro chocó con el mío, su leve rose me hizo sobresaltar instantáneamente y un corrientazo recorrió mi espina dorsal. Cuando se sentó a mi lado su olor se impregnó en mis fosas nasales y... ¡Dios santo! Su olor era muy varonil, sexy y atrayente. Olía tan bien que me hubiera podido quedar oliéndolo durante toda la noche.

«Concéntrate, Poppy. Recuerda, es tu jefe, el psicópata guapo» me recordé internamente.

La llegada de Nicholas para muchas de allí había sido como la gloría; estaban encantadas con tan solo ver su perfecto rostro, como también estaban encantadas con James y Liam. Tanto así que dijeron que se sentían como si estuvieran en el cielo.

Por mi parte, solo podía disimular lo poco encantada que estaba con la presencia de los dos primeros. Pero, por alguna extraña razón, la presencia de Nicholas me hizo sentir bien... aliviada. De seguro y solo era porque James estaba ahí y aquello hacía que se me contrajeran los músculos y no pudiera hacer otra cosa más que incomodarme.

Minutos después la canción, la melodía inicial de la pegajosa canción Levan Polka inundó el lugar con intensidad. A pesar de que no se entendía lo que decía, todos comenzaron a bailar con entusiasmo.

—¡Waoo, amo esta canción! —dijo una de las chicas en un grito.

—Pues a bailar, entonces —animó Liam con gran entusiasmo.

Y, sin decir más, Liam se levantó y nos invitó a todos a bailar junto a él. Todos, excepto Nicholas, otro chico y yo, se habían levantado a bailar.

—Oh, no, ni de coña bailare esa canción —afirmó Nicholas, cruzado de brazos.

—Anda, viejo, no seas amargado. Mira que todos vamos a hacerlo. Además, la canción solo dura aproximadamente tres minutos —insistió Liam.

—Bueno, pues que la disfruten —fue su respuesta.

—Bien, tú te lo pierdes —declaró Liam, se dio la vuelta y se fue a la pista a bailar.

Mi jefe y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora