Linda observaba a Walburga dar órdenes sobre la cena de navidad que la familia Black daría. A la cual, asistirían familias mágicas, antiguas y poderosas, y claro...ella.
No era más que una muggle rodeada de gente que tenía años de experiencia, familias que nacieron en cunas de oro. Sabía que como todas las familias también tenían problemas, pero a ellos no se les veía sufrir por ello, en cambio varios lucían orgullosos de librarse de aquellos que no necesitaban. También sabía, que varias uniones, incluyendo la de Walburga y Orión Black, había sido por puro compromiso, solo para conservar la pureza de su familia, pero quién les diría que pronto no habría nadie para casarse. ¿Los magos solo se existinguirian? El hecho de que despreciaran a cualquier mestizo o sangre impura, solo hacia que ellos mismos buscarán su propia tumba.
Abría seguido observando a Walburga, si no hubiera sido por el dolor de cabeza que recientemente había surgido en ella. Se había maldecido internamente cuando pensó que tal vez había sido un diario negro con pequeños decorados dorados, en cuál estaba bordado un nombre. Uno el cual no le tomo importancia en ese momento, por lo que simplemente lo había ignorado.
—Niña, ¿Te sucede algo?—pregunto Walburga acercándose a ella y parando las órdenes, dejándolas a Druella, quién se había acercado.
—No, no...solo, cosas sin importancia en realidad...—Linda volteo la mirada, evitando que la mujer a su lado observará la mueca de dolor, sentía una ligera opresión en el corazón, y unas ganas de correr y no volver. Intento ocultar su leve temblor en las manos, al sentir su presión elevada.
—No eres buena fingiendo niña. —Walburga tomo una de sus manos por unos momentos antes de soltarla y dar por confirmado que sus manos temblaban, y pronto sus piernas comenzaron a hacerlo de nuevo.
Walburga si que quisiera negarlo, se preocupaba por aquella chica de tan solo once años, que con solo vivir un poco de su vida había visto un asesinato y golpes en su familia. Algo a lo que aparentemente ya debería estar acostumbrada.
Miro a Linda, sabía que la chica se preocupaba de más por su familia, sabía que la carta de su hermano que había llegado días antes la había preocupado, diciendo que su padre habia vuelto a casa de su abuela tratando de encontrar a su madre y tener una charla tranquila. Cuando ella sabía que sería de todo, menos eso.
Walburga sabía que el humo que soltaban Orión o Cygnus de sus cigarrillos de ves en cuando, también aumentaba su presión, pero sabía que aquella chica castaña no diría nada por quedar bien con ellos, porque sabían lo estrictos que podían llegar a ser si solo se les recriminaba un poco sobre su forma de ser.
—Vamos niña, te llevaré a descansar, y sobretodo te apartaré de estos idiotas—dijo Walburga refiriéndose a su hermano y esposo, quienes fumaban a unos metros de ellos, pero el olor llegaba a la castaña y a la mujer que después de tantos años se había acostumbrado.
Linda miro a Walburga con desconfianza, y ella lo entendió, después de todo la primera impresión lo es todo, y la suya no fue muy buena que digamos. Segundos después la castaña acepto su mano, y se dejó ser guiada por la mujer que con dureza en el camino le había pedido al elfo una poción para dormir y un medimago para que controlará su presión.
Horas después el amanecer salía después de la media noche y madrugada. Linda había despertado a las tres de la mañana y sin tener intensiones de despertar a alguien había salido muy despacio y sin haber hecho ruido al patio trasero, aunque si había sido descubierta por Kreacher, el elfo doméstico que muy a su pesar la dejo estar afuera, sin avisarle a sus amos, acción que Linda ignoró. Según entendía ningún elfo podía desobedecer a su amo, y Kreacher lo había hecho por ello, lo aprecio pero simplemente lo dejo pasar, sentándose sobre una fría banca, dejando que la nieve llegará a su cuerpo.
Después de que Walburga, dejara pasar un medimago a la habitación donde se estaba quedando, la mujer se aseguró de seguir cada regla y al final tenderle una poción para dormir, cuando noto que su habla empeoraba o se confundía al hablar. Acción que también fue tomada por el medimago, que al salir simplemente dio indicaciones, pero no supo porque o cuáles habian sido aquellas, ella solo había sido absorbida por el sueño.
—Te refriaras aquí afuera—susurro Bellatrix en su oído sobresaltandola. La pelinegra soltó una pequeña risa, que hizo que Linda solo la mirara seriamente para después sonreír y barbla mirada.
—Sinceramente no me importa si me resfrío o no. Después de todo, de algo debo morir.
—Vaya. Eso es... profundo. Cuando tenía once años jamás pensaba en la muerte, tal vez padre me...torturaba, pero sabía que lo hacía para forjarme cómo mujer y que jamás necesitará a nadie. ¿Por qué crees que Rodolphus jamás me dice nada cuando...ya sabes...?
—¿Te besas con hombres de grados mayores?—Linda la miro interrogativa.
—Exacto. Llegué a un punto en el que...puedo generar miedo sin solo sacar mi varita, con solo hablarles de que harán lo que sea que yo diga. Eso es lo que tú debes hacer. —Linda la miro confundida pero en su mente se repetía una y otra vez aquellas palabras.
—¿Ser como... Walburga?—Bellatrix la miro sonriente.
—Sabia que lo entenderías. No debes dejarte de nadie, no importa si es tu familia, debes demostrar que eres más fuerte que ellos, jamás debes dejar que vean que lograron herirte, eso solo aumentará que la gente empiece a abusar de ti y tu hospitalidad. En el mundo hay más gente mala que buena. Jamás lograrás lo que quieres si no mantienes tu cabeza de pie y con razonamiento.
Linda la miraba solo asintiendo y guardando cada una de sus palabras en su cabeza. Tal vez si aprendía a defenderse y verse fuerte, tal vez su padre por fin se alejaría de ellos y podrían respirar en paz, sin ninguna molestia.
—Pero debes recordar algo Linda, no hagas cosas buenas que parezcan malas.
Linda dejo de escuchar a Bellatrix cuando sintió que su audición se volvía más aguda, escuchaba con si un ruido agudo inundará su cabeza. Sintió un inmenso dolor de cabeza y la punzada al corazón había vuelto, su visión incluso sentía que se volvía borrosa.
—Ridicula e inocente sangre sucia. Nunca serás más que todos aquellos.
Una voz resonó dentro de su cabeza, haciéndola mirar a los lados confundida, trataba de saber de dónde provenía aquella voz tan horrorosa. El dolor de cabeza incrementaba, hasta el punto en el que su vista se veía cegada por completo y su audición también.
Linda grito alertando a Bellatrix.
Se levantó de dónde se encontraba sentada, y camino hasta donde sus piernas la llevaran. Se detuvo cuando sus piernas ya no pudieron más, recargando su espalda en la pared de mármol, sentía que se caería en cualquier momento. Bellatrix intentaba brindarle ayuda sin saber muy bien que hacer.
Sentía que ella estaba sola y eso solo aumento su ansiedad.
Sintió como todo le comenzaba a dar vueltas. Lo último que vio fue el rostro preocupado de Bellatrix
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𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄; Regulus Black
أدب الهواة✦; El amor de Linda y Regulus siempre estará presente en sus vidas.