𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚

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El sol de la mañana apenas comenzaba a asomarse por la ventana del dormitorio de Linda, iluminando suavemente la habitación que compartía con algunas compañeras de clase

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El sol de la mañana apenas comenzaba a asomarse por la ventana del dormitorio de Linda, iluminando suavemente la habitación que compartía con algunas compañeras de clase. El silencio era pesado, casi reconfortante, como si el mundo estuviera en pausa, dándole tiempo para procesar el torbellino de emociones que la atormentaban.

Linda permanecía en su cama, la mirada perdida en el techo. No podía evitar que sus pensamientos volvieran, una y otra vez, a los últimos días, como si una fuerza invisible la arrastrara hacia esos recuerdos. Todo había comenzado con el beso de Regulus. Recordaba cada detalle de ese momento: la forma en que sus ojos se habían encontrado, la cercanía repentina, y luego, sin previo aviso, el beso. Un beso que había sido breve, dulce, y en su momento, parecía la cosa más natural del mundo.

Regulus, su mejor amigo, su primer amigo en Hogwarts. Se conocían desde que Linda había entrado al mundo mágico por completo. Y sin embargo, cuando la besó, algo se rompió dentro de ella. No en el momento, no mientras sus labios se tocaban, sino después, cuando las emociones tuvieron tiempo de asentarse, cuando la realidad golpeó con fuerza.

Linda había intentado convencerse de que era normal, que no tenía por qué darle tantas vueltas. Después de todo, se trataba de Regulus. ¿Cómo podría estar mal algo que viniera de él? Pero la duda había empezado a enredarse en su mente, creciendo silenciosamente como una mala hierba. ¿Y si ese beso había sido un error? ¿Y si lo que sentía por Regulus no era más que la comodidad de una amistad profunda? A medida que pasaban los días, ese beso comenzó a sentirse menos como una declaración y más como un malentendido. Un error que no debió haber ocurrido.

Esa idea la aterraba, pero no tanto como el beso de Barty.

Aquel que había recibido de Barty no había sido ni dulce ni vacilante. Había sido apasionado, cargado de una intensidad que la había dejado sin aliento, con su corazón golpeando fuerte contra su pecho como si quisiera escapar. No había tenido tiempo de pensar, de racionalizar, ni siquiera de protestar. Y después, cuando se apartó, el sabor de su beso permaneció en sus labios, quemando como el rastro de una llama que se negaba a apagarse.

Linda se cubrió el rostro con las manos, sintiendo la vergüenza y la confusión arremolinarse en su interior. Barty no era Regulus. No había entre ellos la misma historia, ni los mismos sentimientos. Entonces, ¿por qué el beso de Barty se sentía tan real? ¿Por qué, cuando cerraba los ojos, era ese momento el que se repetía una y otra vez, dejando el de Regulus en un segundo plano?

No tenía sentido. Tenía trece años, ¿cómo podía su vida emocional volverse tan complicada de repente? Antes, las cosas eran simples. Ella y Regulus eran inseparables, y Barty era… Bueno, era Barty. Un chico distante, a menudo arrogante, que apenas si había mostrado algún interés en ella hasta ese momento...y que la había ayudado cuando cayó aquel día.

Sin embargo, esa arrogancia se había desvanecido en el instante en que la besó. En esos breves segundos, Linda había visto una parte de él que no había imaginado que existiera. Y esa revelación la había dejado con una mezcla de temor y atracción que no sabía cómo manejar.




















[ • • • ]
















Los días siguientes fueron un tormento. Linda evitaba a Regulus con excusas cada vez más endebles, temiendo que él pudiera ver la confusión en sus ojos. No estaba preparada para enfrentarlo, para intentar explicar algo que ni siquiera ella comprendía. Pero al mismo tiempo, la evitación solo hacía que la situación empeorara. Cada vez que sus ojos se encontraban en los pasillos o durante las comidas, un sentimiento de culpa la abrumaba, apretando su pecho como un puño invisible.

Por otro lado, Barty parecía haber desaparecido por completo. Era como si el beso no hubiera significado nada para él. Esa indiferencia solo aumentaba la confusión de Linda. Se encontraba a sí misma buscándolo inconscientemente, esperando verlo en los corredores, en la biblioteca, en cualquier lugar donde pudiera obtener alguna pista de lo que él realmente pensaba. Pero Barty Crouch Jr. era un enigma, y el silencio que había seguido al beso la consumía.

Una tarde, mientras estaba sentada junto al lago, Linda intentó encontrar respuestas en la calma del agua. Las ondas que se formaban en la superficie reflejaban su estado interno, un torbellino que no conseguía calmarse. Los pensamientos sobre Barty y Regulus giraban incesantemente, chocando entre sí, sin ofrecerle claridad.

¿Había cometido un error al dejar que Regulus la besara? ¿Y qué significaba realmente el beso de Barty? Linda deseaba poder hablar de esto con alguien, pero ¿quién podría entenderlo? A los trece años, las emociones eran volátiles, cambiantes, y lo que sentía en un momento podía no tener sentido en el siguiente.

Fue en ese momento que la figura de Regulus apareció a su lado. Se sentó en silencio, sin invadir su espacio, pero lo suficientemente cerca como para que Linda sintiera su presencia como un peso sobre sus hombros.

—Te he extrañado—dijo finalmente, rompiendo el silencio entre ellos.

Linda sintió un nudo en la garganta. No quería perder a Regulus, pero tampoco sabía cómo volver a la normalidad. ¿Cómo podría explicarle lo que estaba pasando por su cabeza cuando ni siquiera ella podía ponerle palabras?

—Yo también—murmuró, pero la sinceridad en sus palabras la hizo sentir aún peor.

Regulus giró para mirarla, sus ojos grises buscando los de ella, intentando leer lo que no se atrevía a decir en voz alta.

—Linda…se que me has estado envitando y si es sobre el beso…

Ella cerró los ojos, deseando que la tierra la tragara en ese mismo instante. No quería hablar de eso. No estaba lista. Pero Regulus era su mejor amigo, se lo debía.

—Fue un error—dijo, antes de poder detenerse.

La reacción de Regulus fue sutil, pero suficiente para que Linda se arrepintiera al instante de sus palabras. Vio cómo su expresión cambiaba, cómo el brillo en sus ojos se apagaba ligeramente, y su corazón se rompió un poco más.

—Un error—repitió él, con una voz suave, como si estuviera probando esas palabras, tratando de entenderlas.

—Regulus, yo… No sé cómo explicar esto, pero… no estoy segura de lo que siento y...¡Solo tenemos trece años!—admitió, con la voz temblorosa. —Somos jóvenes, cometemos errores, exploramos. No siempre tiene que significar algo profundo.

Regulus asintió lentamente, pero el dolor en sus ojos era innegable.

La frialdad en sus palabras hizo que Regulus sintiera un vacío en el estómago. Había estado buscando significado en algo que, para ella, no había sido más que un momento pasajero, una chispa sin importancia.

—Pero para mí sí significó algo—confesó, aunque inmediatamente se arrepintió de mostrar su vulnerabilidad

—Lo siento, de verdad lo hago, pero...

—Entiendo—dijo, aunque Linda sabía que esas palabras eran más para ella que para él. —Pero... sigues siendo mi amiga, ¿verdad?

Linda sintió las lágrimas agolpándose en sus ojos.

Siempre—prometió, deseando que eso fuera suficiente para reparar el daño que acababa de hacer.

Se quedaron en silencio por un momento más, mirando el lago, mientras el peso de la conversación los envolvía. Pero cuando Regulus se levantó para irse, Linda supo que algo había cambiado entre ellos, algo que no podría deshacer.

𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄; Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora