{36) Cazadores Y PRESAS

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Veneno...

Esa maldita palabra me había catalogado de por vida.

¡Eres un veneno!

Mis padres me odiaban aunque fingían amarme pero solo querían que fuese el asesino que hoy soy. Un psicópata más en nuestra familia.

Siempre fui el raro, la flor negra y llena de espinas.

Odio este pueblo.

Odio a su gente.

Odio...

Una palabra hermosa, una palabra que también me ha definido. Una simple palabra que ha representado toda mi vida.

Odio...

Mi víctima corre a toda velocidad a través del bosque gritando en busca de ayuda.

Odio también a esa idiota chica que he secuestrado hace unas semanas.

Ella, el chico y el viejo de la cafetería y los jóvenes de la universidad son las primeras víctimas de Shadow, son el primer paso en mi plan.

Los ángeles existen, existen también los demonios. Y existe el hombre, ese ser extraño que no es ni ángel ni demonio, ni bueno ni malo. El hombre es el causante de todas las desgracias del mundo por no definirse.

Los demonio son malos. Los ángeles son buenos. El hombre es el único que logra ser bueno y malo.

Mis pies descalzos tocan el suelo y siento las hojas crujir cuando camino, hojas secas caídas de los árboles.

Yo soy como esas hojas, seco, inservible y que todos han pisado en algún momento.

—No corras. Es inútil.—digo suavemente mientras la chica corre.

El ser humano y su necesidad idiota de sobrevivir. Patético.

Solo los que no le temen a la muerte, encontrarán la dulzura en esta.

La chica grita con fuerza, está cansada, aferrada a su miserable existencia.

El bosque parece más grande que nunca y de noche es frío y oscuro.

Ilumino con mi linterna la silueta femenina que corre desesperada.

Me detengo.

La veo alejarse.

Sonrio.

Esto es tan excitante.

Su cuerpo desnudo se ve perfecto manchando con la sangre roja salida de sí misma. Se marca cada detalle de su piel y resalta ante la oscura noche.

Tomo la escopeta, apunto, disparo sin piedad.

Ella cae al suelo.

Me acerco y veo que acerté. Bien. La herida en su pierna de extiende y nueva sangre brota de ella. Gime de dolor. El mejor de los gemidos es ese sin duda.

El olor a vegetación hace que la escena sea perfecta. El bosque de Murdhill siempre ha sido especial, especialmente tenebroso.

Este lugar ha sido testigo de los más atroces asesinatos, de las más calientes escenas de sexo entre adolescentes y los encuentros nocturnos entre adultos más lujuriosos.

Hoy, este lugar será testigo de un sacrificio.

El comienzo del fin de lo que hace mucho debió acabar.

Chicos con aroma a MUERTE©[Saga D E A D #0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora